Por: Marcelo Melo
Una tarde de locos se vivió en la ciudad de Mercedes. Calor. Extremo. Nervios, euforia, alegría, bronca, enojo y miedo.
Seguramente todas esas sensaciones se replicaron en infinidad de ciudades de toda la Argentina desde algunos momentos antes de las 16, hasta bien terminado el triunfo argentino frente a los Países Bajos.
Muchos mercedinos salieron a la calle tras el la victoria en los penales. Bajo la lluvia. Sin importar nada.
Seguramente con la mezcla de bronca y alegría de un triunfo que parecía en el bolsillo, pero que termina yendo a los penales de una manera poco entendible. Casi aturdidos tras el empate. Otro adjetivo más que faltó enumerar. Luego llegaron las atajadas del «Dibu» Martínez. Y la explosión. Alegría. De las pocas cosas que alegran al pueblo argentino últimamente.
¿Cuántos de todos nosotros hemos mirado el pronóstico del clima para la hora del partido por temor que se nos corte la luz durante el encuentro tan esperado?
Cada uno de nosotros, en los diferentes grupos de WhatsApp, leíamos a varios de nuestros familiares, amigos, conocidos, arrancar la mañana sin agua. Claro, si éramos de los «beneficiados» de tener luz y agua. Sólo eso pedíamos. Sólo eso, nos generaba y nos disparaba una catarata de emociones totalmente encontradas unas con otras.
Bronca de no poder servirse un vaso de agua o bañarse ante semejante ola de calor. Miedo a que se nos corte la luz y no poder ver tan sólo un partido de fútbol. Enojo y hasta odio contenido para quiénes no pudieron ver el partido por los cortes de energía. Y encima cagados de calor.
Los mercedinos/argentinos nos acostumbramos a convivir con muchos males y acciones erradas y equivocadas. Comienzan a ser parte de cada una de nuestras realidades más cotidianas.
Pasadas las 20 horas se escuchan aún las bocinas, los cánticos desde la plaza que genera el fútbol. Bajo la lluvia. Pero también la bronca contenida por todo lo antes dicho. Seguramente.
Y no vamos a analizar si las empresas energéticas invierten o no. Si el valor de la luz es caro o barato. O si la culpa la tiene tal o cuál gobierno.
En pleno siglo XXI no se puede estar viviendo con miedo a que no haga tanto calor, o a que si llueve, que no haya viento porque nos quedaremos sin luz, sin agua, exhaustos de calor y sin ver un partido del deporte que tanto nos apasiona a los argentinos. Algunos dirán que hay cuestiones más importantes que ver un partido. Es cierto. Pero es una cuestión cultural y de idiosincrasia de los argentinos que viven este deporte con tanta pasión.
Si alguien plantea esa discusión, no es a lo que apuntamos. Y no nos adentramos en la salud, educación y tanto otros males argentinos. Apuntamos a servicios básicos que con el paso de los años seguimos perdiendo calidad. Y apuntamos a toda la dirigencia. Empresarial y/o política. No nos podemos acostumbrar a vivir así.
Emociona oír a los jugadores dedicando la clasificación a «todos los argentinos que la están pasando mal». Y emociona porque sabemos que son las únicas alegrías de un pueblo castigado y maltratado.
Durante el partido con Polonia hubo cortes de luz. Ahora, con Países Bajos, nuevamente.
Es inhumado y degradante.
Dejense de joder.