Por: Andrea Bozzini
La flecha y el indio
De “Agachate que vienen los indios”
A “eliminemos al indio”
(que no nos alcance la flecha)
A conciencia de aburrir y no cumplir con lo que Byung Chul Han dio en llamar la sociedad de la información, en la presentación y tratamiento de una noticia este escrito busca poner en tensión dimensiones, miradas respecto a un hecho social que nos permita al menos ir un poco más allá del consumir velozmente y en soledad la información explícita e implícita de lo sucedido en la localidad de Olivera, Partido de Luján, días pasados.
Información (textual de www.datoposta.com)
“…OLIVERA. MATAN A VECINO EN UN BRUTAL LINCHAMIENTO
Un confuso hecho sucedió este sábado en horas de la noche en Olivera. La víctima tenía 31 años y perdió la vida tras ser reducido, atado y golpeado. Hay dos detenidos, aunque habrían participado más personas
Un hombre de 31 años, Jeremías Sosa, falleció el sábado por la noche en Olivera tras ser golpeado y atado por vecinos que lo acusaban de intentos de robo. El hecho, sin precedentes en Luján, se investiga como “homicidio en riña”. Dos hombres fueron detenidos y se busca a otros implicados.
El linchamiento ocurrió alrededor de las 22.30 en la calle Juan XXIII. La policía encontró a Sosa en el suelo, golpeado y atado. Al no tener signos vitales, fue trasladado al Hospital de Luján, donde se confirmó su muerte.
La fiscalía 10 detuvo a Alex Iñiguez de 25 años y a Gustavo Rocha, de 49. Señalados como responsables de la agresión. Se ordenó la autopsia y la toma de testimonios.
Existen versiones contradictorias: algunos vecinos dicen que Sosa intentó robar en varias casas, otros creen que fue un error.
La confusión y la inseguridad generan debate en la comunidad.
Algunos justifican la violencia, otros la condenan y cuestionan la ausencia policial. También se recordó un incidente de 2019 donde un joven de Mercedes falleció tras ser perseguido en Olivera.
El caso expone contradicciones en la percepción de seguridad y justicia. Algunos vecinos sienten que hay favoritismo hacia delincuentes locales.
Jeremías Sosa sería de Misiones. La justicia investiga si intentó robar y la responsabilidad de los implicados. Olivera está conmocionada, con opiniones divididas sobre el hecho….”
Análisis de lo sucedido
Como todo, lo sucedido no responderá a una sola variable. Pero en principio podríamos preguntarnos,
¿El “hecho” se podría enmarcar en un clima de época signado entre otras cosas por una violencia instalada en lo social? ¿O bien ser resultado de cuestiones inscriptas de más larga data?
Ni una. Ni la otra. Sino un poco de ambas.
¿Por qué obedecemos a la convocatoria de “ir contra el indio”?
Pedro Saborido en su maravilloso cuento acerca de la carrera de purismos en el libro de Historias del Peronismo nos advierte sobre el riesgo de lo puro, de lo que no se mezcla.
Cuando, en realidad la pureza solo existe como experimento controlado en un laboratorio. En el mundo real todo a nuestro alrededor es impuro, o mejor dicho, producto de mezclas de elementos que como tales, permiten fusiones que transforman. Crean.
Esto, trasladado a lo social nos invita a representarnos un escenario que no permite, al menos dificulta cada vez más el dialogo y la convivencia con lo diferente. Un contexto donde ese “otro” ajeno se puede ir configurando como amenaza hasta el punto de “ser necesario”, en términos de supervivencia, su eliminación.
No hay indio del que resguardarse si no hay un blanco que salvar.
Un escenario donde la desconfianza ya no sólo alcanza a lo que le pudiera estar sucediendo a un vecino (en términos de cercanía geográfica) sino que también quiebra la confianza sobre “la palabra pública consensuada”, las leyes y normas como garantes de convivencia social a través de las instituciones.
Pero volvamos a la flecha, que esta vez no sería precisamente la del indio.
Como sucede en el proceso que desencadena una situación violenta, a veces se hace foco en las formas más visibles de esa violencia sin reconocer las distintas acciones verbales, corpóreas, tuiteras y demás que, como una flecha, van generando las condiciones para que las expresiones violentas más explícitas sucedan. Acciones que imprimen direccionalidad. Sentido. Orientación.
Flecha que profundiza su dirección y nivel de daño en contextos de necesidades materiales insatisfechas, humor social inestable y donde quienes detentan el poder y la palabra pública habilitan, explícita o implícitamente que “vale todo” para sobrevivir. Sólo en el universo del blanco, claro.
Al decir de Han en La crisis de la Narración, “…ninguna sociedad estable se constituye donde cada uno celebra la misa del yo y es el sacerdote de sí mismo y se exhibe a sí mismo…”
Respecto del hecho social de Olivera no deja de oírse por lo bajo y por lo alto…
“…La gente esta cansada…”
“…Era del barrio de los Misioneros…” ( = indio)
“….Estamos solos. Nadie nos cuida…” ( Estado)
En esta línea (o flecha) cabe preguntarnos: fue un hecho INESPERADO?
¿No somos todes un poco parte de la flecha con la que SE ELIMINO a Jeremías?
¿Alguien dudaría de que un acto de femicidio no es sólo un acto de violencia individual? ¿De qué es, además la máxima expresión de una sociedad patriarcal?
Así, como un femicida es un “hijx sano” de una sociedad machista, los agresores de Olivera no podrían ser “ hijxs sanos” de los discursos y acciones del odio?
En este sentido podríamos sostener que ningún acto de violencia es individual y aislado. Que una persona no es violenta “per se”, sino que ejerce violencia en un contexto determinado, bajo variables (personales y sociales) determinadas.
Lejos del ánimo de justificar las violencias y sin dejar de bregar porque las responsabilidades individuales en la ELIMINACION de Jeremías tengan las consecuencias que correspondan, estas líneas llenas de preguntas pretenden aportar a las pequeñas acciones necesarias, para CREER , en el sentido acuñado por Han, que el ser parte de una (contra) flecha con dirección a una nueva narrativa, es posible.
