Por Débora Lacasa
Algunas reflexiones escuchadas en el recinto de Honorable Concejo Deliberante el lunes me han llevado a escribir estas líneas.
Tratando el veto al proyecto de ley sobre la Emergencia en discapacidad escuche que uno de los argumentos del oficialismo nacional es que la ley es asistencialista. La actual ley se enmarca en la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, que como todos saber, tiene rango supraconstitucional, lo que significa que su respeto es irrestricto. La ley de Emergencia lo que hace es solicitar regularizaciones económicas, compensaciones, actualizaciones, fortalecimiento, en definitiva, cumplimiento de la ley, no reforma nada de lo existente.
Pero volvamos a la idea del asistencialismo. En discapacidad, hablamos de apoyos y eliminación de barreras, hablamos de accesibilidad, diseños universales y ajustes razonables, hablamos de inclusión, no discriminación, independencia. Pero para lograr todo esto se necesita una comunidad y muchas veces un Estado, solo un Estado puede garantizar el diseño universal de una ciudad, solo el Estado puede garantizar la inclusión educativa, solo el estado puede garantizar la oportunidad laboral y nada de esto es asistencialismo, estos son apoyos, esto es eliminación de barreras, impedimentos que la sociedad le pone a aquellas personas que tienen alguna discapacidad.
Y más allá de que en la reflexión antes mencionada, no solo se quiso involucrar a las personas con discapacidad, sino a todas las personas en general, me gustaría hacer un aporte al respecto. En la deliberación se expresó que desde el Estado se le estaba sacando a las personas las capacidades más básicas, las que compartiríamos con los animales, las de procurarnos nuestro alimento, nuestro abrigo, de alguna manera nuestra supervivencia. En este contexto se entiende mejor la idea de asistencialismo, aun cuando el concepto es errado. Vamos por parte.
La manera en que los hombres se procuran alimento, abrigo y vivienda desde que podemos hablar de humanos es absolutamente diferente a la animal, justamente porque la capacidad de ideación, y luego plasmación de esa idea a través de la transformación de la naturaleza, solo la tiene el ser humano. Veamos por ejemplo la transformación de una rama en una lanza, la de una piedra en un arma para derribar un pájaro, etc. nada de eso puede ser realizado intencionadamente por ningún animal. La transformación, luego de esas pieles en abrigo o tiendas, tampoco es propio de los animales, de manera tal que no podemos comparar esas habilidades de supervivencia, el hombre es un ser capaz de crear cultura, el animal no. Esa es la gran diferencia.
Respecto del asistencialismo, vs la promoción, podemos estar de acuerdo. El asistencialismo en la versión de un Estado omnipresente, que invade todos y cada uno de los espacios tanto públicos como privados, que no estimula la iniciativa comunitaria, estando siempre en “auxilio” de todos sin permitir, ni estimular la autonomía, no es una buena versión de un Estado. Termina anulando al individuo, termina anulando a la sociedad, que ya no se moviliza, que ya no se reúne, que ya no busca soluciones. Se debe encontrar un equilibrio entre el Estado SIEMPRE presente y el Estado AUSENTE.