La vida del mercedino Javier Casaretto está duramente marcada por el Golpe Militar del año 1976. «Se vivió un verdadero infierno»
«Cuando escucho los discursos del odio, si es de jóvenes, me produce mucha tristeza y un poco de temor. Los procesos que ocurren pueden volver a repetirse. La crueldad y la maldad son partes intrínsecas del ser humano, y si la dirigencia política ayuda a crear el odio, esas sociedades pueden terminar muy mal. No se va a repetir igual, pero si puede haber mucha violencia. Cuando lo hace gente grande, me da mucho enojo,» sentenció Casaretto.
El 28 de diciembre de 1977, Javier, un joven mercedino de 20 años que estudiaba en el Instituto del Profesorado, que trabajaba una huerta para hacerse unos pesos, y que militaba en el Partido Justicialista, fue secuestrado mientras dormía en la casa de su tía en Acceso Sur.
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Lo sacaron de la vivienda alrededor de 15 personas, armadas, todas encapuchadas, menos una, «el teniente Cabrera que al sacarme recuerdo, me dijo: Perdiste Javier. Siempre me gustaron las plazas, y la Plaza San Martín sobre todo, recuerdo haber visto la araucaria y pensé que era la última vez que la veía mientras me llevaban detenido, estaba convencido que no saldría vivo«.

Pasó a ser un desaparecido más tras haber sido arrancado de sus viviendas la misma noche que sus otros dos amigos, también mercedinos: Juan Carlos Benítez y Arturo Chillida.
El cura párroco de la Iglesia San José, José Antonelli, amigo de su padre, pidió por sus vidas, primero en el Arzobispado y luego en el Regimiento 6 de Infantería.
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Los tres mercedinos saben que estuvieron en el Regimiento, luego en algún lugar que creen que es el campo de maniobras del Regimiento en Mercedes, y luego fueron llevados al centro de detención El Vesubio por 20 días más. Resolvieron que nos devolvían a Mercedes y nos tuvieron detenidos por dos años y ocho meses. Antes de hablar con Rojas Alcorta, vino el teniente Del Río y me dijo: «a partir de ahora te olvidaste de todo lo que viviste estos días, no te pasó nada. Si alguna vez nos cruzamos en la calle, bajá la vista, sino, ahí nomás, te pego un tiro».
«Acá en Mercedes nos interrogaron, nos torturaros, me ataron al elástico de una cama antigua de metal. Nos separaron y me torturaron toda una noche con interrogatorio, golpes y picana eléctrica. Me preguntaban por otros militantes. Primero te secuestraban, intentaban sacar información y después decidían qué hacían con vos. O te blanqueaban como preso político, o te mataban, como a la mayoría,» agregó.

«Yo conté las cosas que había hecho y hacía, no ayudé más en nada, ni detuvieron a nadie a partir de lo que hablé. Eso me deja tranquilo,» se explayó.
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Javier Casaretto además, contó que hasta tuvo algún trato con mercedinos, que fueron suboficiales que participaron de la detención y de los interrogatorios por alguna relación por sus actividades. «Lo hablé, y él se espantaba, bajaba la cabeza y trataba de no hablar del tema». Hice lo mío, los denuncié ante la Conadep.
Escuchá la entrevista completa a Javier Casaretto:









