Los Reyes Magos son, en la tradición cristiana, los visitantes que llegaron desde lejanos países extranjeros a rendir homenaje a Jesús de Nazaret, y entregarle regalos cargados de simbolismo: oro, incienso y mirra.
Estas son 10 curiosidades sobre sus Majestades de Oriente:
1. Únicamente el Evangelio de San Mateo hace referencia a los Reyes Magos y los califica como “magos venidos de oriente”.
🔎 Te puede interesar
2. La Biblia tampoco dice cuántos eran, pero por el contexto se puede deducir que eran varios.
3. Las iglesias siria y armenia hablan de 12 magos, igual que los doce apóstoles que representaban el número de tribus que había en Israel.
4. El número de magos quedó establecido en tres en el Siglo IV por alusión a la Trinidad, a los 3 continentes conocidos en aquél momento y a las tres edades del hombre. También se les empezó a llamar “Reyes de Oriente” porque el concepto de mago no estaba bien visto en aquélla época.
🔎 Te puede interesar
5. Ya en el siglo XVI la Iglesia Católica identificó a los Reyes Magos con Sem, Cam y Jafet, los tres hijos de Noé que encarnaban las tres razas que poblaban la tierra.
6. Melchor era el representante de los descendientes de Jafet (los europeos), Gaspar simbolizaba los descendientes de Sem (el mundo asiático) y Baltasar a los de Cam (los africanos).
7. La descripción de los Reyes, hecha por el teólogo Beda el Venerable, se ha mantenido hasta nuestros días con algunas modificaciones. Melchor es un anciano de larga cabellera y barba blanca que trae oro, que representa la realeza divina. Gaspar ofrece incienso y es de tez blanca. Baltasar, de tez morena trae mirra, el símbolo de que el hijo del hombre debe morir.
🔎 Te puede interesar
8. Los nombres, edad y fisonomía han ido variando a lo largo de los años. Los griegos los conocen como Apellicon, Amerim y Serakin, los sirios como Kagpha, Badalilma y Badadakharida y los etíopes como Ator, Sater y Paratoras.
9. Según el evangelio, Melchor traía golosinas, miel y dulces, Gaspar cosas prácticas como ropa o zapatos y Baltasar les dejaba carbón o leña a los niños malos.
10. Los tres Reyes comenzaron a traer juguetes a los niños a mediados del siglo XIX sin hacer ninguna distinción entre ellos.
🔎 Te puede interesar
Si todas estas cuestiones son aún hoy objeto de debate, más dudas ofrecen aún las historias que tratan de abordar qué fue de los hoy denominados Reyes Magos tras el encuentro de Belén. Y, sin embargo, son varias las versiones que, a lo largo de los siglos han ido circulando sobre el destino que les esperaría a los adoradores de Jesús de los que da referencia Mateo. Y algunas de ellas les deparan un trágico final a «sus majestades» orientales.
Según un relato legado por el afamado viajero veneciano Marco Polo en el siglo XIII – basado a su vez de crónicas anteriores – tras presentar sus regalos a Jesús, los magos abandonaron Belén portando un regalo que éste les había entregado en una caja cerrada. A mitad de camino decidieron abrir la caja y al descubrir que se trataba de una piedra la arrojaron a un pozo. «Arrojada la piedra al pozo, un fuego descendió del cielo ardiendo y cayó dentro del pozo. Cuando los reyes vieron esta maravilla, se arrepintieron de lo que habían hecho; tomaron aquel fuego y lo llevaron a su tierra y lo pusieron en una de sus iglesias. Y de continuo lo hacen arder y oran a ese fuego como a un dios», señala el relato.
La mayor parte de los textos que tratan de recrear la vida de los magos tras su encuentro con Jesús relatan la conversión de éstos a la fe cristiana, un proceso que generalmente se atribuye al esfuerzo evangelizador del apóstol Tomás, que habría sido el encargado de bautizarlos. Así, los magos se dedicarían al apostolado y llevarían a cabo diversas obras para la extensión del Evangelio en aquellas tierras orientales hasta su muerte. Una muerte que, según el relato de Juan de Hildesheim (siglo XIV), fue «dulce y feliz».
🔎 Te puede interesar
Franco Cardini en su libro Los Reyes Magos. Historia y leyenda (Ediciones Península, 2001), afirma que, tras recibir la señal divina de su próxima muerte – que se suele fechar en torno al año 70, cuando ya superaban el siglo de vida -, «mandaron preparar en Seuva un sepulcro de forma real y murieron a breve distancia uno de otro. Los enterraron en pie, como corresponde a los reyes, y juntos, como habían vivido; antes de su fallecimiento apareció una estrella que permaneció en el lugar de su sepultura hasta su traslado».
Esta versión de la muerte de los magos de Oriente se vió, sin embargo, eclipsada por las que planteaban un fallecimiento mucho más cruento. Entre éstas está la relatada por el jesuita toledano Jerónimo Román de la Higuera, que, bajo el título de Chronicon Omnimodae Historiae. Según la versión recogida en su escrito por De la Higuera los magos fallecieron tras sufrir martirio en la localidad arábiga de Sessania de Andruneti.
La obra de Román de la Higuera, catalogado como uno de los mayores farsantes de la historia de España, caería en el descrédito varios siglos después, cuando se descubrió que buena parte de las referencias utilizadas en su relato, supuestamente histórico, habían sido falseadas. Sin embargo, la historia de la tortura de los Reyes Magos no fue – al menos no en exclusiva – fruto de su imaginación, sino que también fue incluida en otras recreaciones de su vida. Así, tal y como relata Andre Edward Breen en su escrito «Exposición armonizada de los cuatro evangelios», «existía la tradición de que los magos fueron martirizados por la fe». De este modo, sus esfuerzos por trasladar su creencia en la divinidad de aquel niño al que habían adorado en Belén les habría acabado costando una trágica muerte como a otros muchos apóstoles de Cristo en los primeros siglos de la era moderna.
🔎 Te puede interesar
Su muerte no supondría, en cualquier caso, el punto final de los relatos en torno a los misteriosos magos de Oriente. La leyenda cuenta que la emperatriz Elena de Constantinopla (proclamada posteriormente como Santa Elena), tras su célebre viaje a Jerusalén en torno al año 300, trasladaría los cuerpos y las reliquias de los magos desde un impreciso Oriente hasta Constantinopla, donde serían objeto de adoración. Tiempo después, un obispo de Milán llamado Eustorgio se encargaría de llevarlos hasta la ciudad italiana.
Habría que esperar hasta el siglo XII para encontrar nuevas noticias sobre las reliquias de los magos, que en 1164 serían nuevamente trasladados hasta la ciudad germana de Colonia, tras el asedio de Milán por parte del emperador Federico I, Barbarroja. El arzobispo de Colonia, Reinaldo de Dassell, sería el responsable de aquella nueva mudanza. Depositados en la iglesia de San Pedro, los responsables de los restos de los reyes impulsarían la construcción de un arca de plata dorada para el reposo de los mismos.
La importancia que adquirirían aquellos restos en los años posteriores queda probada por el hecho de que, desde finales del siglo XII es posible determinar un flujo constante de peregrinos hacia la ciudad germánica con el fin de venerar las reliquias de los magos, de lo que quedan evidencias como insignias o amuletos que llevaban escritos los nombres de los tres magos. La relevancia de la que gozaría motivaría que, por ejemplo, durante las invasiones mongolas dirigidas por Bathu Khan, el nieto de Genghis Khan, a mediados del siglo XIII, se llegaría a extender «la noticia de que los mongoles se dirigían a Colonia para recuperar los despojos de sus antepasados, los reyes magos», apunta Cardini.
🔎 Te puede interesar
Es cierto, no obstante, que desde entonces han sido varias las ciudades que han discutido a Colonia la autenticidad de aquellos restos y el propio Marco Polo relataría cómo durante su travesía por territorio de Persia se le mostró un lugar donde, presuntamente, descansaban los restos de los Reyes Magos. «En Persia se encuentra la ciudad de Saba, desde donde partieron los Tres Magos cuando fueron a adorar a Jesucristo; y en esta ciudad están enterrados, en tres monumentos muy grandes y hermosos, uno al lado del otro. Y sobre ellos hay un edificio cuadrado, cuidadosamente cuidado. Los cuerpos aún están completos, manteniendo el pelo y la barba», observa el relato del viajero.
Así pues, incluso el lugar de su enterramiento como casi cada paso de su vida permanece envuelto en el misterio. Pero sea en un punto u otro, tras una muerte «dulce y feliz» o tras padecer la tortura por sus creencias, lo cierto es que la leyenda de los misteriosos magos de Oriente ha sido capaz de sobrevivir al paso de los siglos para convertirse en una tradición navideña que rebasa con mucho toda la liturgia cristiana.
Fuentes: Tikitakas / El Independiente

























