El 30 de octubre de 1938, un joven Orson Welles inició la retransmisión radiofónica que 83 años más tarde todavía se considera como una de las mayores y mas grandes «fake news» de la historia de la radio, aunque estudios recientes sugieren que en realidad no hubo tantos crédulos como se había afirmado.
Casi un siglo más tarde, sigue siendo considerado uno de los momentos más grandes de la historia de la radio: «Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de última hora procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez… Continuaremos informando».
A las ocho de la tarde, un principiante Orson Welles – destinado a convertirse en un famoso actor, director, guionista y productor de cine – informaba que un astrónomo había visto una llamarada azul saliendo de Marte. De esta manera, el joven Welles adaptó el guión de «La guerra de los mundos», la obra más emblemática del novelista inglés Herbert George Wells, al formato radiofónico, transformándola para crear una historia creíble y radiarla – junto a su compañía Mercury Theatre – en su su programa «On the Air», de la CBS.
Durante la introducción del programa, se explicó que se trataba de una dramatización basada en la novela del autor británico, pero los oyentes rezagados pensaron que estaban ante una invasión alienígena real. Tras el primer corte, y para dar mayor credibilidad a la noticia, Welles retomó la supuesta emisión de una orquesta desde el Hotel Meridian Plaza de Nueva York con el tema «Stardust», interpretado por Ramón Raquello y su orquesta, para volver a parar a medida que la supuesta invasión extraterrestre se iba produciendo: «Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte».
Se estima que unos doce millones de personas escucharon la transmisión y muchas cayeron presa del pánico, abandonando sus casas y colapsando carreteras, estaciones y comisarías de policía. Las interrupciones durante el programa eran cada vez más frecuentes y el alarmismo iba en aumento, como prueba la secuencia del periodista Carl Philips desde Grovers Mill, en el estado de Nueva Jersey, donde supuestamente se estaba produciendo el aterrizaje: «Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado… ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien… o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos… ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea…».
Los teléfonos de emergencia echaron humo durante varias horas por la multitud de mensajes de personas asustadas que decían haber visto a los extraterrestres. El polémico acontecimiento, tras 59 minutos de emisión, terminaba con la «muerte» del propio Orson Welles –que interpretaba al profesor Richard Pierson– a causa de los gases tóxicos lanzados por los invasores. Aunque esta retransmisión pudo ser el fin de su fulgurante carrera, en realidad fue el inicio de una leyenda. La ficción de la invasión marciana fue recreada con unos trucos tan ingeniosos y con unos efectos especiales de sonido tan bien logrados, que la histeria colectiva continuó a pesar de los cuatro avisos que se fueron emitiendo durante toda la retransmisión informando a los oyentes de que nada de lo que estaba sucediendo era real.
Los periódicos del 31 de octubre llevaron la historia a primera plana: «Falso boletín de guerra difunde el terror por todo el país», «Obra radiofónica aterroriza a la nación», «Oyentes de radio entran en pánico, confunden un drama bélico como una crónica real». Son algunos de los titulares que pudieron leerse de un suceso que hizo correr ríos de tinta en forma de más de 12.000 artículos en periódicos de todo el país.
En algunos puntos se produjeron momentos de gran tensión, como el provocado por unos lugareños de Grover’s Mill cuando dispararon con sus armas de fuego al tanque de agua de su ciudad creyendo se había transformado en una «máquina de guerra marciana gigante». Hubo al menos una mujer que denunció a Welles y a su equipo por haberle causado un ataque de pánico y un hombre recibió una indemnización del propio Welles, que le pagó unos zapatos a los que el hombre dijo haber renunciado para poder pagar un billete de tren y huir de la invasión alienígena.
Se incrementaron las llamadas a hospitales de personas que querían acercarse para donar sangre. Muchos habitantes llamaron asimismo a las comisarías de policía para asegurarse de que se trataba de una falsa alarma. Querían confirmar que todo era una farsa. También hubo quien llamó para protestar por la retransmisión de un programa que podía estar engañando a la gente, pero también algunos lo hicieron para felicitarles por ese magnífico especial.
La histeria colectiva que desató la retransmisión de «La guerra de los mundos» demostró el poder de los medios de comunicación de masas, y este curioso episodio también catapultó a la cima la carrera de Welles. No obstante, estudios posteriores han reducido el impacto real del pánico que causó la retransmisión. Una publicación de 1940 de la Universidad de Princeton, dirigida por Handley Cantril, llamada «La invasión desde Marte», concluyó que 1,7 millones de estadounidenses creyeron realmente en la invasión alienígena y 1,2 millones de personas «se asustaron o fueron perturbados». Sin embargo, a finales de la década de 1990, algunos sociólogos como Robert Bartholomew, de la Universidad James Cook, afirmaron que la extensión del pánico tal como se relató en la obra de Cantril fue «enormemente exagerada». Por ejemplo, Cantril sólo entrevistó para su estudio a 135 personas. Aunque, no obstante, no se pone en duda que posiblemente decenas de miles de personas en Nueva Jersey y Nueva York estuvieran realmente asustadas y creyeran de verdad que la Tierra estaba siendo invadida por marcianos.
Orson Welles aceptó con orgullo la gran controversia que se levantó respecto al tema y no quiso desmentirla porque reforzaba la imagen de sí mismo como gran contador de historias y excelente director de cine. Y eso mismo debió de pensar el estudio RKO, que le contrató para realizar su primera película, «Ciudadano Kane». Los hechos que rodearon la retransmisión de» La guerra de los mundos» son un ejemplo perfecto para reflexionar, ochenta años después, sobre las consecuencias de sobrevalorar un acontecimiento y atribuirle una relevancia que tal vez no tuvo en realidad. Hoy, en tiempos de propagación de noticias falsas por redes sociales, pensar en ello parece volverse más importante que nunca.
Fuente: Historia National Geographic