PRIMERA PARTE
Antes de la llegada La Valerosa (la primera compañía de blandengues (*) que tuvo Buenos Aires), a lo que hoy es Mercedes, el 25 de junio de 1752, en el lugar ya había existido un pequeño fortín entre los años 1745 y 1750, ocupado por un grupo de milicianos que fueron desertando. Finalmente fue abandonado, entre otras razones, por la falta de pago por parte de las autoridades de la época.

Fundada como sitio adelantado a la Villa de Luxán, última frontera antes de Buenos Aires, la Guardia de Luxán (tal el nombre que se le dió al nuevo fuerte), tenía como principal objetivo la contención de la avanzada de los indios que habitaban originalmente estas tierras.
Llamativamente, antes de la llegada de «la civilización», estos pueblos eran bastante pasivos, un tanto holgazanes, que con mayor o menor esfuerzo cubrían sus necesidades y las de los suyos. Probablemente, la agresividad de los «blancos» en su afán de conquista ha tenido mucho que ver con su cambio de actitud. El indio local, al principio, se mantuvo bastante al margen de situaciones belicosas ante la llegada de extraños. Con incursiones esporádicas de gran poder letal como el malón de 1780, fue recién cerca de la Revolución de Mayo, cuando empezó a mostrar su fiereza de forma más continuada. La lucha se extendió bastante en el tiempo, hasta la última batalla librada contra ellos, la de San Carlos de Bolívar, en 1872, a más de cien años de la fundación de la Guardia de Luxán.
Hubo otro motivo por el cual los indios, sorpresivamente, demostraron un talento desconocido para las estrategias, las negociaciones y el combate: Manuel Baigorria.

Militar unitario al punto de haber peleado a todo lo largo del país, su última batalla defendiendo los ideales de los celestes fue en río Quinto, donde pierde luchando contra Facundo Quiroga. Tras esconderse en el monte durante semanas, llega a una enorme toldería de indios en Leubucó (La Pampa), con el cacique de la nación ranquel Yanquetruz a la cabeza.

Fue recibido al principio con desconfianza, pero con el correr del tiempo, Baigorria supo ganarse la confianza del cacique, quien lo consideraba casi un hijo. A tal punto se sintió cómodo Baigorria que les enseñó la manera de pelear contra los «blancos», los instó a formar coaliciones con tribus aliadas para vencer al enemigo y hasta abogó para la reconciliación de tribus enemistadas entre sí, en pos de un bien común.
No se sabe a ciencia cierta cuanta injerencia tuvo la llegada de este hombre al seno mismo del poder ranquel, lo que sí es seguro, que los indios recibieron de primera mano información, tácticas y técnicas de parte de una persona que había luchado en el bando contrario durante muchos años, conociendo al dedillo su psicología, sus estrategias, sus armas y como usarlas.

Volviendo a la fundación del fortín, también hay divergencias en cuanto a la fecha en que ocurrió. Hay quienes dicen que fue en mayo o en julio de 1752 e incluso en 1748.
Lo cierto es que dos cartas fechadas el 25 de junio de 1752, escritas por el capitán José de Zárate, comandante de La Valerosa, dirigidas al gobernador Andonaegui y al diputado Sparza, dan cuenta de sus actividades de los días anteriores e indica haber llegado al paraje La Laguna Brava, distante siete leguas (unos 34 km) de la Villa de Luxán, habiendo resuelto levantar un fortín en el lugar.

Tardarían un año en construirlo y según consta en un plano del Archivo General de la Nación, el fuerte era así: «Fozo (sic) de cuatro varas (20 metros) de diámetro, muralla de dos varas de alto con su banqueta, cuerpo de guardia, cuarteles, vivienda para soldados, pozo, plaza, capilla, vivienda del alférez, cuartel de los sargentos».
Ese valiente puñado de hombres (y sus familias) que se instaló en la inmensidad de la nada misma, con el temor constante de la llegada de los indios, fue el aliento inicial que le dió vida a nuestra ciudad.
Es importante mantener en el recuerdo el nombre de estos blandengues, muchos de ellos extranjeros, que de alguna forma tienen que ver con nosotros.

Ellos fueron:
- Capitán José de Zárate, de Luján
- Alférez Tiburcio Corro, de Buenos Aires
- Primer sargento José González, de Buenos Aires
- Segundo sargento Lorenzo Mansilla, de Buenos Aires
- Primer cabo de escuadra Lorenzo González, de Buenos Aires
- Segundo cabo de escuadra Bartolomé Pacheco, de Buenos Aires
- Soldados Francisco Villalba, de Buenos Aires
- Domingo Terán, de Buenos Aires
- León de Almirón, de Corrientes
- Pedro Nolasco, de Paraguay
- Francisco Ojeda, de Corrientes
- Juan José Torales, de Paraguay
- Blas Muñiz, de Paraguay
- Francisco Lema, de Paraguay
- José Gaspar, de Corrientes
- Mariano Pereira, de Catamarca
- Pedro de Mesa, de Corrientes
- Isidoro Irrazábal, de Corrientes
- Juan Alvarez, de Santa Fé
- Justo de Sosa, de Buenos Aires
- Francisco Izagarregui, de Corrientes
- Francisco Melchos Gallegos, de Tucumán
- Francisco Bracho, de Mendoza
- Justo Arriolas, de Buenos Aires
- Juan Antonio del Monte, de Buenos Aires
- Gerónimo González, de Paraguay
- Basilio González, de Córdoba
- Luis Matías del Corro, de Buenos Aires
- Pedro López, de Corrientes
- Horacio Hormenino, de Buenos Aires
- Eugenio Olmos, de Córdoba
- Agustín del Corro, de Córdoba
- Blas Sosa, de Paraguay
- José Muñiz, de Islas Canarias
- Pablo Gaona, de Paraguay
- Juan Miguel Quevedo, de Córdoba
- Pedro Casco de Mendoza, de Buenos Aires
- Pedro Gordón, de Paraguay
- José Díaz, de Buenos Aires
- Blas Rodríguez, de Paraguay
- Eugenio Driva, de Buenos Aires
- Tomás Peral, de Corrientes
- Juan Arenas, de Buenos Aires
Fueron sin dudas los verdaderos fundadores de Mercedes, levantando un lugar en donde no había nada más que sol e infinitas tierras, vigilando, reforzando y extendiendo la frontera, dando refugio a viajeros, caravanas y carretas y sobre todo, brindando seguridad (aunque fuera tan solo una sensación) ante el siempre latente fantasma de los malones.
(*) Es importante aclarar, porque no todos lo saben, que el Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires fue una unidad de caballería creada en 1751 en el Río de la Plata. Eran inicialmente milicias criollas de caballería, que combatían permanentemente contra los indígenas de la Pampa y del Chaco, así como en las incursiones de los portugueses en la región de la Banda Oriental (actual Uruguay y partes de Río Grande del Sur en el Brasil). Recibieron ese nombre porque blandían sus armas a modo de saludo frente a las autoridades constituídas. También se los llamaba los «colorados» por el color de su uniforme. Usaban lanza y sable para el combate cuerpo a cuerpo y carecían de instrucción militar).
Fuentes: Los orígenes de Mercedes, Alfredo Iribarren / Mercedes en el recuerdo, Raúl Ortelli / Apuntes sobre los blandengues, Julio Marchini