En viernes sucesivos se realizaron las primeras tres audiencias en la causa que involucra a seis imputados por delitos de lesa humanidad. En las últimas dos convocatorias tuvieron lugar las declaraciones indagatorias. El juicio se retomará en febrero, luego de la feria judicial.
El Tribunal Oral Federal N°2 de la Ciudad de Buenos Aires es el escenario donde tramita el primer juicio contra ex integrantes del Regimiento 6 de Mercedes durante la última dictadura cívico-militar. La causa involucra a seis ex militares, acusados de delitos ejercidos sobre un total de 37 víctimas que sufrieron el accionar represivo.
Los imputados son Rubén Osmar Andrade, Luis Alberto Brun, Gustavo Delfor González Sass, Horacio Linari, Emilio Pedro Morello y Martín Eduardo Sánchez Zinny, quienes cumplían funciones de oficiales y suboficiales. Se los investiga por la presunta responsabilidad en crímenes de lesa humanidad contra militantes que en su mayoría formaban parte del PRT-ERP, la Juventud Guevarista y el Partido Socialista de los Trabajadores.
En viernes sucesivos se realizaron tres audiencias. En la primera se leyó el requerimiento fiscal de elevación a juicio. El escrito buscó caracterizar el contexto político y económico de los hechos investigados y el plan sistemático de desaparición de personas, además de especificar la situación judicial de los ex integrantes del Regimiento 6. La Fiscalía resaltó “la gravedad de los hechos, la carga de violencia que entrañan y la particularidad de que la actividad delictiva se llevó a cabo desde las estructuras de las instituciones a través de las que se expresa el Estado nacional”. Por eso “no se trata de una causa más, se ventilan eventos que se corresponden con uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina”, marcado por “una feroz y desnuda represión ejecutada por quienes usurparon el poder el 24 de marzo de 1976 con el deliberado objetivo de despolitizar y recluir a la ciudadanía a lo privado para normalizar un momento de la historia”.
Las acusaciones incluyen los delitos de “privación ilegal de libertad agravada por mediar violencia o amenazas, en concurso con el delito de aplicación de tormentos agravado por haber sido infringidos por un funcionario público a un preso bajo su guarda”, lo cual “concurre de manera real con el delito de homicidio doblemente agravado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas”.
INDAGATORIAS
En las siguientes dos audiencias el tribunal avanzó con las declaraciones indagatorias a los imputados. El segundo día de juicio lo ocupó en su totalidad la intervención de Martín Eduardo Sánchez Zinny. Fueron casi tres horas donde deambuló discursivamente por lugares muy diversos, algunos directamente vinculados a los hechos denunciados y otros a resaltar su trayectoria personal luego de retirarse del Ejército. Sánchez Zinny inició con párrafos del Martín Fierro: “Pido a los santos del cielo que ayuden mi pensamiento, les pido en este momento que voy a cantar mi historia, me refresquen la memoria y aclaren mi entendimiento. Vengan santos milagrosos, vengan todos en mi ayuda que la lengua se me añuda y se me turba la vista. Pido a mi Dios que me asista en una ocasión tan ruda”.
Algunos hilos argumentativos se repitieron en otras indagatorias. En primer lugar la postura de cuestionar la competencia de jueces civiles respecto al juzgamiento de ex militares. Sánchez Zinny habló de “jueces naturales”, en referencia elíptica a la justicia militar.
Otro punto de contacto fue el intento de descalificación de los testigos que señalan la responsabilidad que tuvieron los imputados. Se trata de conscriptos que en aquel momento cumplían con el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento 6.
De igual manera el tiempo transcurrido buscó ser un argumento en la larga indagatoria del imputado, encubierto en un supuesto espíritu revanchista del cual resultado víctima, ignorando el andamiaje jurídico internacional que establece la imprescriptibilidad de estos delitos: “Desde el juzgamiento a las Juntas Militares, pero especialmente a partir del año 2003 he sido, porque no soy un ciudadano ingenuo, testigo a través de las noticias y de lo que ocurre en nuestro país de una etapa de juzgamiento de hechos ocurridos hace casi medio siglo que en mi escaso conocimiento del derecho revisten una cierta particularidad que los aparta y envuelve en una suerte de gueto jurídico que en mi modesto entender preocupa e inquita por la falta de igualdad ante la ley”.
El entramado argumentativo incluyó un extenso apartado destinado a resaltar sus características personales, autoelogiando su trayectoria profesional fuera del Ejército, tanto en el ámbito nacional como internacional, y el respaldo recibido ante el proceso judicial. Igual hizo respecto a sus dotes como escritor, algo que lo convierte en un “hombre público”.
En sentido similar se expresó Emilio Pedro Morello, aunque su intervención, ya en el tercer día de audiencia, fue considerablemente más breve. “A un delincuente no le afecta demasiado que lo traten como tal, no le afecta mucho estar preso o llevar una tobillera o ser paseado esposado ni que un agente penitenciario lo haga agachar para revisarle sus rincones más ocultos. Distinto, muy distinto, es el caso de quien les habla. Una vida entera sin cometer un solo delito, una vida entera sin pisar un juzgado, toda una vida respetando las leyes y siendo considerado un ejemplo para muchos que han estado bajo mis órdenes o que han trabajado conmigo”, indicó.
Gustavo Delfor González Sass y Horacio Linari optaron por no declarar y el tribunal se remitió entonces a sus indagatorias formuladas en la etapa de instrucción. El que sí brindó su versión de los hechos, de manera concisa, fue Rubén Osmar Andrade.
El juicio se retomará a comienzos de febrero, una vez terminada la feria judicial.