Por: Marcelo Melo
Nuevamente los festejos por las Fiestas -en este caso de la llegada de la Navidad- tuvo como saldo una gran cantidad de animales perdidos y encontrados deambulando por las calles mercedinas.
Si bien fueron mucho menos que años anteriores, las detonaciones con estruendo estuvieron a la orden del día. En realidad, para Navidad, hace varios viene haciéndose «oir cada vez menos».
Los grupos protectores de animales en sus redes sociales, tienen una gran cantidad de búsquedas y hallazgos de perros y gatos que huyeron de sus casas asustados por las explosiones.
Las campañas realizadas hasta el momento, pareciera ser que no alcanzan. Aunque si existe un cambio de mentalidad más general que comienza a ver con desagrado a la persona que hace sonar su festejo con pirotecnia sonora. Como también, a quién le gusta hacer sonar sus estruendos, «siente de alguna manera» ese sentimiento hostil de quién está en desacuerdo.
Ya son muy pocos quienes hacen sonar la pirotecnia en las esquinas o sus veredas. Lo hacen mayoritariamente desde sus casas, patios o jardines. Disfrutándolo, pero alejado de la mirada social.
Ya se sabe que no es sólo con los animales que hay consecuencias. Quienes dieron la vida por nosotros lo sufren, a pesar que se cante «que a los pibes de Malvinas, jamás los olvidaré». O personas con capacidades diferentes y todo su entorno que la pasan realmente muy mal.
No es necesario llevar estadísticas ni mucho menos, para darse cuenta que en una semana más, las detonaciones serán mayores. Sería bueno se intensifiquen realmente las campañas con una mayor dosis de audacia para llegarle más a quienes aún persisten en un festejo personal, sin tener en cuenta en todos aquellos que lo sufren en mayor o menor medida. Pero que lo sufren.
