A Esteban «Chinchu» Rodriguez, in memoriam
Es duro de morir en primavera, vos sabés… (Jaques Brel, cantautor).
Se apagaron los ojos y los colores,
los amores por llegar y los sabores
se cerraron las flores incipientes
y la primavera se tiño de frío
de soledad, de sombras, de vacío.
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Mis llamadas ya no llegarán,
todas las voces quedarán mudas…
Sólo quedan;
estas manos quemadas y los dolores
de quienes me querían como un hermano.
Perdón por partir, sin decirles algo,
me ha sorprendido este relámpago
que no esperaba.
Esta silla eléctrica erguida entre nosotros,
un asesino disimulado en farola,
¡quién hubiera imaginado!
Podría haber sido un niño o un anciano,
alguien que se apoyara por simple ventura…
pero fui yo el destinado.
Hubiera querido abrazarlos,
decirles cuanto los quiero,
y cuántos momentos nos faltaron juntos…
hubiera querido estrecharlos un poco más fuertes.
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Dedicarles unos goles, tomarnos otra pava de mate.
algo común, sencillo, una mirada siquiera,
una frase trillada como; “nos vemos pronto”o…
“cuidáte chabón, cuidáte”.
Pero hay gente que no hizo bien su trabajo,
cosas importantes que se perdieron hace tiempo
como poder andar sin miedo por la calle,
como alumbrar una avenida sin matar a nadie.
Cuando levanten las copas en pocos días,
no dejen de pronunciar mi nombre,
así despacio, “Chinchu”, casi como una caricia,
NO hay soledad más grande que el olvido
NI olvido más grande que no tener justicia.
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Oscar Dinova, escritor mercedino






