Cada 4 de agosto es la fiesta de San Juan María Vianney, el cura de Ars, y se celebra el Día de los Párrocos en honor a su patrono.
El popular “Cura de Ars”, nació en Dardilly, cerca de Lyon (Francia) en un modesto hogar de labradores, el año 1786. De ingenio tardo, hizo con gran dificultad sus estudios eclesiásticos. Sin embargo aprendió lo bastante como para poder ser sacerdote y a los 30 años el obispo lo ordenó y lo destinó a la parroquia de Ars.
El amor suplió a la ciencia y pronto el desconocido pueblo rural se convirtió en el foro espiritual de Francia. Durante 42 años transformó a la parroquia rural en una parroquia ideal, merced a su continua predicación con la palabra y con el ejemplo, y por su caridad con los pobres para quienes fundó el asilo de la Providencia.
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De todos los rincones de Francia, de Europa y hasta de América llegaban para confesarse con él. Murió el 4 de agosto de 1859.
Pío XI, en 1925 lo proclamó santo.
Aquí algunos datos curiosos de este santo sacerdote, miembro de la Tercera Orden Franciscana y patrono de los párrocos.
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1. Su primera comunión fue accidentada: la Revolución Francesa trajo persecución contra los sacerdotes e incluso después de ella tenían que disfrazarse para pasar de incógnito. Cuando el joven Juan recibió la primera comunión, llevaron carros de heno, los pusieron frente a las ventanas de la casa de su mamá y empezaron a descargar el material durante la ceremonia para evitar problemas con las autoridades.
2. Casi se retira de la escuela de seminaristas: cuando la Iglesia obtuvo algo de libertad en Francia, el Padre Balley, párroco de Ecculy, abrió una pequeña escuela para jóvenes con inquietudes vocacionales. Juan logró ingresar, pero debido a su dificultad para los estudios, estuvo a punto de renunciar. El sacerdote le sugirió que hiciera un peregrinaje al Santuario de San Francisco de Regis y regresó renovado.
3. Desertó del ejército: Napoleón quería conquistar toda Europa y Juan fue llamado al ejército porque no aparecía en la relación de ningún seminario. Cayó gravemente enfermo y cuando recuperó la salud, fue en busca de su regimiento que ya se había marchado, pero en el camino volvió a enfermar. Buscó refugio por varios días y se dio cuenta que, sin querer, se había convertido en un desertor.
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Buscó a un mayor que escondía desertores y éste le aconsejó que se quedara en casa de uno de sus familiares. Adoptó el nombre de Jerome Vincent hasta que más adelante un decreto imperial concedió amnistía a los desertores.
4. Lo expulsaron del seminario: Juan logró ingresar al Seminario Mayor de Lyon, pero por su insuficiente conocimiento del latín no entendía ni podía responder a los formadores. Le pidieron que se marchara, lo que le produjo un inmenso dolor y desaliento, pero el Padre Balley nuevamente fue en su ayuda y siguió los estudios en privado en Ecculy, cerca de Lyon.
Sus cualidades morales sobrepasaron cualquier deficiencia académica.
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5. Su maestro fue su primer penitente: una vez ordenado sacerdote fue enviado a ayudar al Padre Balley, pero las autoridades diocesanas no le dieron permiso para confesar. El Padre Balley intercedió y él mismo fue el primero en confesarse con San Juan María Vianney.
Años más tarde el Padre Balley murió en brazos del santo, quien sufrió como si hubiera perdido a su propio padre.
6. Tuvo una profecía en Ars: las autoridades eclesiásticas lo enviaron al pequeño pueblo de Ars porque pensaban que con sus limitaciones intelectuales no podría servir en una comunidad grande. Sin embargo, al llegar hizo una profecía: «la parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí».
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Poco a poco el sacerdote se fue ganando el amor del pueblo y les inculcó el amor a la Eucaristía, siendo su fiesta favorita el Corpus Christi.
Cuando el Papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción, el santo pidió a los fieles que iluminaran sus casas en la noche y las campanas del templo resonaron por horas. La gente de los pueblos cercanos, al ver los destellos, pensó que el pueblo se estaba quemando y acudieron a apagar el supuesto incendio.
7. Tenía una profunda devoción a Santa Filomena: San Juan tenía una profunda devoción a Santa Filomena, una joven mártir de los primeros siglos del cristianismo, a quien llamaba su “agente con Dios” y construyó una capilla en su honor y un santuario. Cierto día enfermó de gravedad y prometió ofrecer 100 misas en honor a esta santa. Cuando la primera misa estaba siendo ofrecida, cayó en éxtasis y se le escuchó murmurar varias veces “Filomena”. Al volver en sí, exclamó que estaba curado y se lo atribuyó a la santa.
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8. La tentación era recurrente en su vida: el cura de Ars sufrió la tentación de desear la soledad y se sentía incapaz para el servicio que brindaba en la ciudad. En una oportunidad le rogó a su Obispo que lo dejase renunciar y hasta en tres ocasiones llegó a irse del pueblo, pero siempre regresó.
9. Luchó pacientemente contra el demonio: el demonio siempre molestaba al Santo Cura de Ars con ruidos extraños y fuertes por las noches. Su intención era agotarlo para que no tuviera fuerzas para confesar o celebrar la Eucaristía. Cierto día que el santo se disponía revestirse para la Santa Misa, el maligno incendió su cama. San Juan, sabiendo que el enemigo quería detener el oficio divino, dió las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego y prosiguió. «El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula», fue lo único que dijo. Mucho tiempo después, el Señor premió al santo con un extraordinario poder de expulsar demonios de las personas poseídas.
10. Nunca fue nombrado párroco: todos conocen a San Juan María Vianney con el título de Cura de Ars. “Poco importa la opinión de algún canonista exigente que dirá, a nuestro juicio con razón, que el Santo no llegó a ser jurídicamente verdadero párroco de Ars, ni aun en la última fase de su vida, cuando Ars ganó en consideración canónica”, según explica Lamberto de Echeverría, autor del libro El Santo Cura de Ars.
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El Obispo de Belley solo le concedió el título de canónigo pero “el hecho real es que consagró prácticamente toda su vida sacerdotal a la santificación de las almas del minúsculo pueblo de Ars y que de esta manera unió, ya para siempre, su nombre y la fama de su santidad al del pueblecillo”.
Fuentes: LV12 / aciprensa.com