Fue en 1968 y lo disputaron el almirante Benigno Varela, uno de los responsables del golpe contra el presidente Illia, y Yoliván Biglieri, de larga trayectoria radical. Los dos terminaron heridos y jamás se reconciliación
La provincia de Buenos Aires fue el escenario final de un código de honor anacrónico. En una quinta, un periodista radical y un almirante retirado se enfrentaron a sable desnudo, dejando tras de sí no solo heridas, sino el punto y final formal del duelo en Argentina. Fue el 3 de noviembre de 1968.
El enfrentamiento nació, como muchas disputas de la época, de un puñal de tinta. El periodista Yoliván Biglieri, director del diario Autonomía y dirigente radical, publicó un editorial incendiario llamando «traidor» al almirante Benigno Ignacio Varela por su rol en el golpe de Estado contra el presidente Arturo Illia.
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Para Varela, la acusación no podía resolverse en tribunales; exigió la reparación del honor bajo el más viejo de los rituales. Lo que siguió fue una negociación de padrinos y reglas que condujo a un lugar tan contrastante como la historia misma: una quinta en Monte Chingolo, partido de Lanús, alejada lo suficiente para el secreto, pero al borde de la metrópoli moderna.
Padrinos, Sables y Reglas de Honor
Todo duelo formal exige una puesta en escena de novela: padrinos, testigos, médicos y reglas inquebrantables. Se acordó que el combate sería a sable, a torso descubierto, en asaltos de dos minutos, con una condición crucial: la pelea se suspendería si las heridas impedían continuar. Nadie quería un muerto, solo un desagravio que zanjara la ofensa.
El sable no fue casual; evocaba la tradición militar y una estética del cuerpo a cuerpo considerada más «limpia». Sin saberlo, la Argentina de 1968 estaba a punto de presenciar la última vez que este rito se ejecutaría con testigos y bajo condiciones formales.
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Media Hora de Acero y Sangre
Aquel domingo, la quietud de la quinta bonaerense se rompió con el choque del acero. Biglieri y Varela se batieron con furia. El combate se extendió por casi media hora, un tiempo extraordinariamente largo para una justa de este tipo. Hubo embestidas, cortes profundos y la sangre comenzó a correr copiosamente.
Tras 28 minutos y 14 embestidas, y con ambos contendientes gravemente heridos, los médicos intervinieron. La fuerte hemorragia obligó a la suspensión inmediata del duelo. La disputa de honor quedó oficialmente irresuelta, pero el evento físico había terminado.
El Eco de las Consecuencias
Las secuelas del duelo fueron tan dramáticas como la pelea misma:
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- Sin Retractación: Varela exigió una retractación pública, pero Biglieri se mantuvo firme en su editorial. La grieta se profundizó.
- Archivos Judiciales: Pese a la gravedad del acto, las denuncias judiciales se archivaron. No hubo condenas penales, reflejando la ambivalencia social de la época.
- La Excomunión: La Iglesia Católica reaccionó con una dureza medieval. El almirante Varela fue excomulgado por su participación, una sanción que luego fue levantada, pero que dejó una fuerte marca simbólica sobre el anacrónico episodio.
El Final de una Era en la Provincia
Que este último duelo formal ocurriera en la provincia de Buenos Aires sella el epílogo de una tradición que se extendió desde el siglo XIX.
La escena fue tan insólita para su tiempo que acaparó la atención internacional. Medios como The New York Times y la BBC cubrieron la noticia. Fue un hecho grotesco y folclórico que dejó en evidencia la contradicción de un país que se precipitaba a la modernidad mientras algunos viejos códigos de violencia y honor se resistían en rincones concretos.
Hoy, la historia de la sangre derramada en Monte Chingolo perdura en la memoria: el último duelo argentino no resolvió una ofensa, sino que marcó el final de una práctica, con el territorio bonaerense como escenario para cerrar, por fin, una página sin retorno.
