El Día Mundial de Contar Cuentos de Hadas se celebra todos los 26 de febrero, y su origen se basa en la celebración estadounidense “Tell a Fairy Tale Day”, en español un «Día para contar cuentos de Hadas».
Este día intenta recordar que no por el hecho de estar sumergidos en el mundo de la tecnología, se deben dejar de lado estos bellos cuentos infantiles que siempre nos inspiraron a soñar.
En este día se acostumbra organizar veladas especiales con cuentacuentos o los propios padres narran a sus hijos las historias que tanto les gustaron siendo niños.
No se conoce con exactitud el origen de esta festividad con fines comerciales. La finalidad sigue siendo la misma: animar a la gente de todas las edades a leer cuentos de hadas y disfrutar de la magia de sus palabras.
Existen diversos relatos sobre estos seres pero, curiosamente, los cuentos de hadas no solo tratan sobre ellas, sino también sobre entes mitológicos o fantásticos como duendes, trolls, elfos, sirenas, gigantes y demás criaturas del bosque. Lo que caracteriza a todas estas narraciones es un comienzo al estilo «Había una vez… » y un final con «Y fueron felices y comieron perdices».
Las mitologías griega y romana ya hablaban de las hadas (aunque con otro nombre), unas hermosas mujeres cuyo cometido era proteger la naturaleza. Los primeros hombres miraban a los cielos y se imaginaban a los dioses, mientras que en la tierra imaginaron a las hadas, los espíritus de los bosques, el aire, el agua y las flores.
Por su parte, los celtas hablaban de las Áes Sídhe, unos seres semi-divinos con alas de mariposa que vivían entre dos mundos; mas tarde se añadiría que el 21 de junio, el solsticio de verano y la celebración de la Noche de San Juan, festividad cristiana de origen pagano, se abría una puerta entre ambos mundos y las criaturas mágicas danzaban a sus anchas entre los humanos. Las leyendas representaban a las Áes Sídhe con la piel y los ojos muy claros, el pelo negro y una estatura humana. Su tamaño disminuiría cuando William Shakespiere difundió sus propias versiones en «El sueño de una noche de verano» (1595), «La Tempestad» (1611) y otras obras teatrales.
Durante la Edad Media se propagó la creencia de que algunas hadas poseían poderes perversos con los que dañaban la naturaleza y además raptaban niños humanos, cambiándolos con sus propios vástagos con el fin de crear mestizos. Por ello se decía que los niños pálidos y delgados eran, en realidad, hijos de las hadas.
Se dice que la primera persona en acuñar el termino «cuento de hadas» fue Marie-Catherine le Jumelle de Barneville, baronesa d´Aulnoy, quien realizaba salones literarios en los que se reunían los nobles y disfrutaban de conversaciones intelectuales sobre literatura. Fue allí, en la Francia del siglo XVII, donde nació el estilo literario denominado préciossité que consistía en la narración de historias inventadas utilizando juegos de palabras.
Al principio estas narraciones se destinaban a todo el público, pero más tarde se enfocaron solo a los niños por sus contenidos didácticos y moralizantes. Esta moda influyó en escritores como Gabrielle Suzanne Barbot de Villeneue, la autora de «La Bella y la Bestia» (1740), y Charles Perrault, conocido por algunos cuentos típicos como «La Bella Durmiente del Bosque», «Caperucita Roja», «Barba Azul», «La Cenicienta» y «Pulgarcito» entre otros.
Actualmente las historias de hadas han resurgido gracias a películas como «Hansel y Gretel: cazadores de brujas» (2013), «Malefica» (2014) o «Into the Woods» (2014).
Fuentes: Caracol.com.co / Zonatresite.com