Es habitual que los niños pequeños, entre 2 y 5 años, no tengan una fluidez total en el habla hasta que aprenden a organizar las palabras y las frases. Sin embargo, hay que ser conscientes de que las disfluencias del niño pueden ser atípicas, por lo que es imprescindible diferenciarlas de las más corrientes para tratarlas lo antes posible.
La tartamudez, disfemia, espasmofemia o disfluencia en el habla es un trastorno de la comunicación (no un trastorno del lenguaje) que se caracteriza por interrupciones involuntarias del habla acompañadas de tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés.
Los efectos psicológicos de la tartamudez pueden ser severos afectando el estado de ánimo de la persona de forma continua, llegando a ser causa en muchos casos, de un importante aislamiento social.
Además, la tartamudez es una discapacidad muy estigmatizada, donde continuamente se cuestiona la inteligencia y habilidad emocional de la persona que tartamudea, pues se cree que con “calmarse” o “concentrarse más en lo que se dice” se logrará hablar de forma fluida.
Por eso, el 22 de octubre de cada año se celebra el Día Internacional de la Tartamudez o Día Internacional de la Conciencia del Tartamudeo, decretado el 22 de octubre de 1998 por la Asociación Internacional de Tartamudos (ISAD), cuyo fin no es otro que el de concienciar y sensibilizar a la población sobre un problema más desconocido de lo que a menudo pensamos.
Consecuencias en diferentes ámbitos de la vida
En un mundo donde la comunicación condiciona la vivencia, estas dificultades pueden manifestarse en la vida académica (vergüenza de participar en el aula), laboral (condicionando el desempeño de la carrera profesional) y social (evitando hablar para no ser burlado o, simplemente para no aburrir al oyente).
¿Cómo se debe actuar frente a una persona tartamuda?
– Cuando hables con una persona que tartamudea, trata en todo momento de comportarte exactamente igual que lo harías con otra persona; RESPÉTALOS, esa es la mejor ayuda que tú les puedes brindar.
– Evita hacer comentarios tales como: “Habla más despacio”, “No te pongas nervioso”, etc., ya que estos comentarios hacen que la situación de habla se torne más tensa y desagradable.
– No “ayudes” a la persona que tartamudea completándole la frase, “DÉJALOS HABLAR“.
– Mantén el contacto visual y no te avergüences, burles o rías de la situación.
– Cuando tú hables, utiliza un ritmo pausado y tranquilo, sin que parezca poco natural o exagerado.
– Intenta transmitir a la persona que lo importante es lo que dice y no cómo lo dice.
– Cuando la persona que tartamudea salga del bloqueo o hable fluídamente, no le digas frases como “Lo hiciste bien”, “Te felicito, estás hablando mucho mejor”. Esto, hace que se sienta evaluado cada vez que habla.
– Es importante recordar que una persona con dificultades en su habla tendrá más dificultad en controlarse hablando por teléfono. Sea extremadamente paciente.
También se debe recordar que la tartamudez es una dificultad y no una enfermedad, por lo que no es contagiosa ni se produce por imitación; no es un trastorno exclusivamente psicológico; y, sobre todo, que las personas que tartamudean son tan inteligentes como las que no se traban al hablar.
Fuente: Elsevier