El-Hajj Malik El-Shabazz, nacido como Malcolm Little y conocido popularmente como Malcolm X, nació en Omaha, Nebraska – USA, el 19 de mayo de 1925.
Fué un líder revolucionario de la minoría negra norteamericana.
Era hijo de un pastor protestante y de una mujer mulata, nacida de la violación de una negra por un hombre blanco. Durante su infancia, Malcom sufrió los continuos traslados de residencia de su familia, huyendo de las agresiones de grupos racistas, que culminaron con el asesinato de su padre en 1931.
En 1942 se instaló en Nueva York y se convirtió en un criminal callejero (traficante de drogas, proxeneta, ladrón). Condenado a siete años de cárcel en 1946, abandonó su adicción a las drogas, estudió por correspondencia y tomó contacto con la Nación del Islam (NOI), movimiento religioso musulmán liderado por Elijah Muhammad, que consideraba a los negros el pueblo favorito de Alá y a los blancos la personificación del diablo.
Pasó así del crimen y la marginalidad a la que le habían condenado las circunstancias, a un eficaz activismo político en defensa de una minoría racial maltratada.
Al salir de la cárcel en 1952 se adhirió a la Nación del Islam y cambió su apellido por la «X», que simbolizaba el apellido africano original que los negros americanos habían perdido. Su labor de propaganda extendió la influencia de Nación del Islam en Detroit, Boston y Filadelfia; fundó el periódico Muhammad Speaks; y llegó a ser el responsable de Nación del Islam en Nueva York.
Desde finales de los cincuenta fue presentado por los medios de comunicación como un apóstol de la violencia, tergiversando su mensaje de rechazo de la dominación blanca y de autodefensa contra el racismo.
Su popularidad determinó una rivalidad con Elijah Muhammad que terminaría con la escisión de Malcolm X del movimiento en 1964, cuando tuvo conocimiento de que existían planes para asesinarlo.
Malcolm X propugnaba participar más activamente en la lucha política, denunciando que ni las acciones de reforma individual de la Nación del Islam ni la campaña por los derechos civiles (en auge por aquellos años gracias al liderazgo de Martin Luther King) conducirían por sí solas a la liberación de los negros. Fundó entonces su propio movimiento, la Mezquita Musulmana.
En aquel mismo año cumplió el precepto religioso de peregrinar a La Meca, aprovechando para visitar siete países musulmanes. Este viaje le convirtió a una forma más ortodoxa del Islam, en la que veía posible la hermandad de todas las razas; abandonó el racismo de Nación del Islam, dejó de predicar el separatismo y pasó a proponer un nacionalismo negro, es decir, una emancipación sobre la base de tomar el control de sus propias organizaciones y comunidades.
En un segundo viaje también llevado a cabo en 1964, Malcolm X tomó contacto con importantes líderes africanos (Gamal Abdel Nasser, Julius Nyerere, Kwame Nkrumah, Jomo Kenyatta) e incorporó a su discurso la lucha contra el imperialismo norteamericano. Su reflejo fue la fundación, todavía en 1964, de la Organización de la Unidad Afro-Americana, un movimiento laico de tendencia socialista. Estas transformaciones no llegaron a dar fruto, pues fue asesinado al año siguiente, el 21 de febrero de 1965, en el Audubon Ballroom de Manhattan por Thomas Hagan, miembro de la Nación del Islam, y dos hombres más, durante un discurso en una reunión de la Organización de la Unidad Afroamericana.
Estos son algunos hechos que, con el paso del tiempo, en la actualidad pueden parecer curiosos, pero que revisten caracter de seriedad en virtud de que se trata de situaciones reales vividas por gente real:
– Entre los siglos XVII y XIX hubo millones de esclavos en Estados Unidos. La abolición de la esclavitud se aprobó en 1863, pero muchas personas blancas y gobiernos (que estaban formados por blancos) seguían pensando que los negros eran inferiores.
– La vida social entre blancos y negros prácticamente no existía. Estaba muy mal visto tener como amigos a gente negra o tratarles como iguales. Tampoco estaban permitidos los matrimonios interraciales.
– Separados en los espacios públicos. La política de segregación también obligaba a tener espacios separados para blancos y para negros: escuelas diferentes, tiendas diferentes e incluso hospitales diferentes.
– Los restaurantes y locales que admitían a personas negras tenían dos entradas separadas y dos espacios interiores bien definidos y apartados entre sí, para que los clientes blancos no tuvieran que cruzarse con los negros.
– Como no podían entrar en algunos sitios, había bares, cines y gimnasios exclusivos para negros. E incluso existían bebederos de agua para blancos y para negros, para evitar el contacto al máximo.
– En los autobuses de transporte público, los negros tenían asignadas filas de asientos determinadas, que solían estar al final del autobús. Al respecto, la historia de Rosa Parks, una mujer negra que se negó a ceder su asiento en el autobús, es uno de los capítulos más simbólicos de la lucha por los derechos civiles de los negros. Fue detenida y llevada a la comisaria por su acto de rebeldía ante unas leyes que muchos consideraban injustas.
– Por supuesto, también estaban prohibidos los matrimonios interraciales.
– Los cargos públicos y los puestos directivos estaban reservados para gente blanca, mientras que los negros ocupaban los puestos de trabajo más duros y mal remunerados.
– A los afroestadounidenses se les obligaba a utilizar baños públicos y lavamanos diferentes y separados para «evitar que el hombre blanco se contaminara por la influencia del negro».
– Quien incumplía estas leyes no solo se enfrentaba a la represión de las autoridades sino también a la de grupos supremacistas como el Ku Kux Klan, cuyos miembros no tenían reparo en utilizar la violencia más extrema contra los negros y otras minorías.
Fuentes: biografiasyvida.com / bbc.com / lavanguardia.com