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jueves, septiembre 11, 2025
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CURIOSIDADES DEL 19 DE DICIEMBRE: BAÑATE… SI PODES

El aseo personal a traves del baño, tal como hoy lo conocemos, no era muy frecuente en la Argentina de la época colonial.

En las casas más acomodadas se limitaba a sumergirse en una tina de madera que era trasladada a un cuarto cerrado de la casa, la cual se llenaba con agua calentada en un fogón y que era preparada por las criadas negras.  Para la higiene se utilizaban jabones perfumados traídos de Europa y, con el mismo agua, se bañaban el padre, la madre, los hermanos (por orden de edad) y, por último,  los sirvientes. Finalmente la arrojaban al huerto para regar las hortalizas.

Cuenta Carlos Pellegrini que, en verano, los baños en las aguas del Río de la Plata eran  habituales,  ya que, bañarse en las casas era prácticamente imposible debido  a la escasez de agua y al precario sistema de cloacas. Por eso el río era una de las diversiones favoritas de los habitantes en los días de verano.

Era costumbre entre las señoras de la clase «decente» esperar para ir a disfrutar de los baños en el río hasta el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de la Virgen, en que los padres franciscanos y dominicos se bañaban allí y, de paso, bendecían las aguas del río.

Desde diciembre hasta marzo la costa del río se convertía en playa, a la que concurrían todas las clases sociales.

Dice «Mister Love», primer cronista inglés, que durante el primer período revolucionario, las ordenanzas policiales prohibían los baños mixtos, pero las reglas nunca fueron respetadas.

Las mujeres de la elite porteña se bañaban con vestidos sueltos de muselina que tenían debajo de sus trajes de calle. Antes de entrar al agua se despojaban de sus pesados trajes que dejaban al cuidado de sus esclavas. Familias enteras iban al río desde la mañana hasta la noche, mientras que los comerciantes lo hacían después de cerrar sus tiendas al anochecer.

En lo días de mayor calor muchas familias se sentaban en el pasto y esperaban a la noche para entrar al agua dejando sus pertenencias al cuidado de las sirvientas negras. Luego del baño se sentaban a comer fiambres y vino hasta la medianoche, disfrutando del viento fresco del río.  

A pesar de los peligros que implicaba salir a esas horas de la noche, y la penumbra en que se vivía,  el pudor era muy fuerte. Los criterios moralizantes de esa época hicieron que el virrey Cisneros dictara un «Auto de Buen Gobierno» en 1809. Según éste, se prohibía bañarse en los sitios que estaban a la vista del Paseo del Bajo, y sólo se podía hacer de noche, «observando decencia, quietud y buen orden». Todo esto era debido a «el exceso que se comete en los baños públicos, en la ribera del río».

En el año 1829, el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini describía los baños domiciliarios como estrechos reductos cubiertos las más de las veces por un paño blanco, situándose habitualmente a poca distancia de los desperdicios de la cocina o de la cuadra. Las bañeras eran toneles cortados por la mitad llenados con agua nitrosa de pozo o turbia de la ribera.  Para reemplazar esos toneles inconfortables y poco higiénicos un ingeniero negociante creó, en 1850, un singular servicio de baños portátiles a domicilio que publicó de la siguiente forma en La Gaceta Mercantil: «Desde el día 14 del presente mes de octubre se encontrará en la calle Salta Nro. 44 un carro para conducir baños portátiles a cualquier hora del día o de la noche, con la bañadera competente, los que serán servidos con puntualidad y aseo, como lo observarán las personas que se dignen ocuparlo. Los que soliciten dichos baños de noche, los pedirán en el establecimiento arriba indicado, donde existirá un farol encendido toda la noche como señal «

A comienzos del año 1830 la policía decretó que “los hombres debían bañarse a la izquierda del muelle hasta la Recoleta y las mujeres y los niños de menos de 7 años a la derecha”.

Otra Ordenanza policial sancionaba con multa a “todo individuo que entre al río a bañarse sin traje de la cintura hacia abajo a cualquier hora que fuese”.

Fuentes: Vida Cotidiana en Buenos Aires, Andres Carretero, Ed.Planeta / Barriada.com.ar

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