PRIMERA PARTE – CARNAVALES MERCEDINOS EN EL SIGLO XIX
Nuevamente, y en cuestión de horas regresan los carnavales a Mercedes. Antes de sumergirnos en la historia local relativa a esta fiesta, es bueno recordar el origen de la palabra «carnaval» y por qué se celebra cada año en distintas fechas.

La palabra «carnaval» aparece ya en 1492 en el diccionario de Nebrija. En él, el término carnes tollendas (carnaval) se define como carnis priuium (privación de la carne) y estaría directamente relacionado con la tradición cristiana de evitar comer carne durante el período de Cuaresma.
El Carnaval comienza el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, que es el día en que empieza la Cuaresma. Al mismo tiempo, la Cuaresma se inicia 40 días antes de la Semana Santa, que a su vez depende del calendario lunar. De modo que el siguiente domingo a la primera luna llena después del inicio de la primavera en el hemisferio norte es el Domingo de Resurrección.
Una de las primeras meciones que encontramos respecto de los carnavales de nuestra ciudad se remonta al año 1854. Si bien se presume que estos festejos se llevaban a cabo desde la fundación de la ciudad, en 1844 habían sido prohibidos en todo el territorio provincial por Juan Manuel de Rosas, debido al «desorden» que provocaban.
Más tarde, en 1879 nos llega otra referencia a los carnavales, de la mano de Pedro Bonifacio Palacios, conocido por todos como Almafuerte. El poeta, que en aquel entonces se desempeñaba como maestro aquí en Mercedes, compuso unos versos para la comparsa «Las rubias y las morenas», con música de Aquilino Fernández, que decían:
«Cuando la noche se extiende
las rubias y las morenas
como en el mar las sirenas
entonamos un cantar
y los incautos viajeros
al oír nuestras canciones
sienten en sus corazones
la necesidad de amar.
Y entre las sombras
nuestra mirada
como una espada
va al corazón
y ellos, los fuertes
y los temidos,
quiedan rendidos
a discreción»
Ya en esos años los festejos incluían el desfile de comparsas, bailes de disfraces en salones, clubes y casas de familia y el tradicional juego callejero con agua, que podía realizarse únicamente de 2 a 5 de la tarde.
Un dato curioso de las costumbres de la época cercana a 1880 es que, aquellos que querían desfilar por la avenida 29 (en aquel entonces aún de tierra), antes de hacerlo debían pasar por la comisaría a inscribir su nombre y descripción del traje que se usaría.
Quedan de esa época algunos nombres de comparsas destacadas como Tipos Agrestes, Los Negros y Vascos Argentinos.
En 1897 surgen los primeros desfiles del orgullo gaucho en el que aquellos hombres recios del campo montados en sus caballos favoritos transitaban a lo largo de la avenida y recitaban frente a palcos y damas agraciadas los versos compuestos para deleitar al público:
En el campo de Mercedes
me he criao y es mi honor
venir aquí entre ustedes
pá gozar d´esta ciudad flor.
Es una ley del destino
llegar al más potentao
y no es delito pá un criollo
hacerlo así porque sí.
¡Viva Mercedes y el gaucho!
¡Viva el corso y la tradición!
Los barrios mercedinos tenían sus representantes que dejaban bien en claro adonde pertenecían, dejando constancia de ello en carrozas, comparsas, murgas, jinetes y cocoliches.
A finales del siglo XIX una comparsa totalmente integrada por negros que desfilaban vestidos con pantalones blancos, camisa colorada y descalzos, hace su aparición. Se llamaba «Los morenos de San Benito» y procedían del barrio de la Alegría (39 e/28 y 30).
Del barrio Alegría era también un gaucho casi prócer, Santos Monterrosa y procedente del Sapo solía desfilar Belisario Olguín, tropero de profesión y Serapio Cuevas, hombre que trabajaba en los corrales del matadero.
Otra comparsa famosa era la de «Los negros unidos», a cuyas presentaciones ponía música el poeta lírico Honorio Lartigau Lespada.
Fuentes: Elcastellano.org / Mercedes es un corso / Adivinas, fantasmas, cuchilleros y otros ensayos y La sangre en las esquinas, Raúl Ortelli