La intersección de las avenidas 16 y 29, allí donde se convierten en calles, era conocida por todos como las Cinco Esquinas.


En ese lugar de paso casi obligado para todos los que viven en Mercedes, donde hoy se alza la estación de servicio del ACA, la clínica Nueva Cruz Azul, el Gran Hotel Mercedes, y la que perteneciera al recordado Alfredo Arzamendi, en la que hoy existe un comercio, se levantaba una edificación de conformación algo rara que con los años fue demolida para dar lugar al trazado actual de calles. Se trataba de una única estructura con dos esquinas, que conformaban cinco junto a las tres restantes.
Al mirarla desde la plaza San Martín, parecía estar en el centro mismo de la calle. Y, de hecho, así era. Constaba de tres puertas con tres vidrieras, una alta cornisa de color rosado, un ancho portón y un zaguán al que se accedía desde la calle 29, con un veredón escalonado que la gente usaba en épocas de carnaval para instalar sus sillas y ver pasar los corsos. Tenía un solo piso, pero de tal altura que parecía de tres, efecto realzado por el tamaño de la cornisa que era verdaderamente impresionante.
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Las Cinco Esquinas era un punto de referencia y, además, lugar de copas. Allí estuvo el almacén de don Angel Grafignia, seguido luego por Manuel Espina. Lo ayudaban en la atención al público Emilio Ribeiro, su sobrino Alfredo Regueiro, José Sanmartín, Antonio Pignataro y Carlos Ciovini.
Tres amplios escalones permitían acceder a la ancha vereda que invitaba a entrar a lo que era, en aquel entonces, un almacén de ramos generales con expendio de bebidas y comestibles. Se podía comprar allí desde leña y carbón hasta cualquier artículo de uso tanto doméstico como de trabajo.
Solía acodarse en la barra del almacén Casildo Morilla, hombre con fama de taimado, conocido cuchillero capaz de pegar por detrás así como por delante. Siempre llevaba a la vista un cuchillo chico con el que, poco tiempo después de salido del presidio, mandó al otro mundo a un italiano que en nada lo había ofendido.
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En las otras tres esquinas se encontraban a su vez, la mueblería de Isaac Waisman, la herrería de Angel Landini y el restaurant de Manuel Diego, donde comían muchos españoles dependientes del negocio: Teófilo y Antonio Herrero, Dionisio Tundidor, José María Ripoll y Bonifacio Labanda.
Más adelante, funcionó en el lugar donde hoy se alza la clínica Nueva Cruz Azul, el diario El Oeste, antes de mudarse a la esquina de 29 y 26 y, posteriormente 28 y 33 hasta su cierre.


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Fuente: La Sangre en las Esquinas, Raúl Ortelli