¿Cuándo se construyó la primera casa de material en Mercedes?. ¿Quién la construyó?. ¿Quién fue su primer propietario?.
Sobre estos interrogantes se puede hablar con la autoridad que concede un documento de origen lejano e irrefutable.
En el año 1871, se presenta ante las autoridades municipales doña Mercedes Lobos de Aranguren, alegando que desde hace sesenta años es dueña de una finca en la calle Luján entre Chascomús y Dolores, actualmente calle 19 e/18 y 20. Agrega que concurre a efectos de ser reconocida como propietaria y habiendo «extraviado el primitivo documento de propiedad que le otrogara un comandante militar de aquella época».
De lo expresado por la recurrente se infiere que la emisión del título de propiedad original extraviado debe ubicarse nada menos que por 1811, a no más de un año de la histórica Revolución de Mayo.
La señora de Aranguren levanta algo así como una declaración sumaria capaz de probar sus derechos y, en consecuencia, ser reconocida como propietaria de la mencionada finca. Propone como testigos a los vecinos don José María Laprida y a don Manuel Mones Ruiz. Agrega que la finca es la primera de material que se construyó en Mercedes y que mide en su frente sesenta y nueve metros con noventa centímetros, vale decir, casi toda la cuadra, que por aquel entonces medía setenta y cinco metros.
La autoridad municipal encuentra justo el reclamo y con arreglo a la ley de 1870 da su fallo «que otorga y declara que reconoce por absoluta y exclusiva propietaria a doña Mercedes Lobos de Aranguren y a sus herederos, de los mencionados terrenos».
A su vez, la señora de Aranguren era tía del doctor Eugenio Obdulio Hernández, de noble y abnegada actuación durante la epidemia de cólera de 1868, quien apenas diplomado como médico en Buenos Aires, se establece en Mercedes y ocupa la mencionada finca hasta que, al casarse con doña Dolores Saubidet Isla, se instala en la suya propia, ubicada en la avenida Santa Rosa (ahora Mitre), entre 18 y 20, casa que, por otra parte se encuentra aún en pie, manteniendo su recio y bello estilo colonial, propiedad actualmente del Colegio de Escribanos.

Hace más de un siglo que fue dividida en dos y refaccionada. Por ejemplo, donde originalmente hubo un zaguán grande, luego hubieron dos. A través del tiempo los dueños han ido cambiando. Una de estas dos casas fue propiedad de Raul Fasce. La otra, de Carmen Ruiz, dueña además de una magnífica colección de antiguedades.
Fuente: La Sangre en las Esquinas, Raul Ortelli