Los errores de imprenta nacieron, sin dudas, junto con la imprenta misma. Podemos decir que, desde el año 1450 con Gutemberg, han habido muestras de todo tipo de que errare humanum est.

Hay erratas famosas en la historia del periodismo y de la literatura en general, tantas que hasta hay libros que recopilan las más famosas e interesantes.
En Mercedes, sin resultados demasiado graves en general, también se registraron algunos errores en materia periodística.
Antes de entrar en ejemplos concretos que más de uno recordará, es importante aclarar que esta ciudad ha «padecido» desde siempre una auténtica epidemia periodística. Ya en 1890 aparecían once voceros de los más encontrados ideales políticos, tendencias religiosas o propósitos, algunos confesos y otros ocultos. Como muestra de esta verdadera profusión de medios «informativos» podemos decir que para la misma época, en Buenos Aires había solamente tres diarios y cuatro o cinco semanarios.
Una de las erratas más famosas con que cuenta la historia periodística de Mercedes es la que pudo leerse en la tapa de «El Derecho», publicación dirigida por Alfredo Passet. En el año 1903, el Papa Leon XIII se encontraba gravemente enfermo. Casualmente, en esos días, un redactor del diario debió viajar a Buenos Aires por una seria indisposición que sufrió su padre, quien finalmente falleció. El joven periodista mandó al diario el siguiente despacho: «Papa muerto»… Al día siguiente en la tapa de El Derecho aparecía el siguiente título a doble columna: «Ha muerto el Papa». Lo cierto es que el sumo pontífice recién falleció dos semanas más tarde.
En otra ocasión el diario «El Oeste» casó a dos tenientes entre sí, suceso no registrado en ninguna otra parte del mundo. Ambos militares pertenecían al Regimiento 6 de Infantería y la noticia produjo cierto escándalo social, la risa de unos y el enfurecimiento de otros. En realidad la noticia había salido bien de la redacción. El problema se suscitó en el taller, donde se saltearon la parte en la que se nombraba a las novias, padrinos y testigos.
«Un tero embravecido atacó a un hombre» decía en grandes letras otro título de El Oeste. Sin embargo la noticia no era del todo cierta… los teros de Mercedes no son tan bravos. Lo que había atacado al pobre hombre había sido, en realidad, un toro.

En otra ocasión, noche fría y lluviosa de invierno, llega a los talleres de «La Hora», ubicados en calle 18 e/37 y 39, Carlos Ramírez. Casi con estrépito se abre la puerta del diario y aparece en el vano la figura morocha, de rasgos nada agraciados del hombre que, con un cuchillo ensangrentado aún en la mano, suelta a boca de jarro: «Vea don Raúl, recién «pelié» con el Negro Eusebio… Le pegué un hachazo en la cara y el me fajó una puñalada en la barriga… Me voy para el hospital, pero no se olvide: póngame bien arriba del diario, porque peleamos a lo macho». Todo esto dicho mientras, sobre el piso, se iba redondeando una amplia mancha de sangre. Semanas después, ya repuesto de sus heridas, volvió Ramírez al diario para recoger un ejemplar de aquella fecha, que allí mismo leyó varias veces con fruición. El caso es curioso porque muestra como hace ya más de cien años era más fuerte el afán de publicidad que el espíritu de conservación.

Pasemos a los «Herrores sercanos» en el tiempo
El semanario «Protagonistas» en sus comienzos, vivió un momento de zozobra al publicar en su portada en los años 90, las brillantes carreras de José Luis Odda. En uno de sus cierres, el mercedino a quién denominaban «El rubio volador», había ganado una carrera, y en una de las notas que había escrito Alberto Hassan, bajo el nombre de «Derrapando», en la portada salió el título, con foto de José Luis, «El rubio violador». El periodista de automovilismo debió ir a pedir disculpas al taller de Odda.
Reutemann
Seguimos ahora con el diario El Oeste, en las épocas de su aparición en tamaño sábana, años 80 y 90. Para quién no sepa lo que significa tamaño sábana, es el aspecto presentado por ejemplo, por el diario La Nación, que por su tamaño es complicado de leer.
En ese momento, Carlos «Lole» Reutemann estaba por correr una carrera en la que se estaba jugando el título de la F1. La carrera sería en Sudáfrica, y el diario local, en un «error de tipeo» publicó en su portada: Carlos «Lole» Reutemann corre en Suipacha.
Nueva Tribuna
En las épocas en donde las noticias sociales causaban furor, el medio suipachense, con su columnista estrella, detallaban las noches de bodas y cómo estaban vestidas las novias.
En cierto casamiento de la alta sociedad de Suipacha, además de contar pormenores y detalles del vestido de la novia, con cola, blanco inmaculado y guantes hasta el codo, al momento de explicar el tocado, que tenía un «moño chato», no tuvieron la mejor idea de decir que la novia sobre su cabeza, tenía un «moño choto».
La última de El Oeste
A Mercedes había llegado de visita una comitiva del Rotary Club de José C. Paz. Tras un largo y arduo fin de semana recorriendo lugares emblemáticos mercedinos, los rotarios de Mercedes, en un intento por dar un reconocimiento al grupo visitante, decidieron enviar una gacetilla al diario para agradecer la deferencia.
«Agradecemos al grupo de rotarios de José C. Paz por la visita, por habernos acompañado a los lugares emblemáticos de la ciudad. Los rotarios mercedinos les hemos «dado una calurosa cogida» en su visita a la ciudad.

Fuentes: Adivinas, Fantasmas, Cuchilleros y Otros Ensayos, Raúl Ortelli / Semanario Protagonistas, Ricardo Iribarne