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domingo, octubre 5, 2025
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BREVES HISTORIAS DE MERCEDES: EL BARRIO DEL MOLINO

Originalmente, en el año 1860, en donde hoy se encuentra el molino Cores, funcionaba el viejo molino de los hermanos Nogués, quienes fueran también, dueños del hotel que llevaba su nombre.

El molino, más tarde fue adquirido por S.C.Cores, Sanguinetti & Cía. Posteriormente, por cambios accionarios, pasa a ser Cores, Martelletti Hnos. & Cía. y finalmente, a partir de 1929, con el fallecimiento de Francisco Cores, se convierte en una sociedad anónima con el nombre de Francisco Cores Ltda.

Carreta de reparto de harina. En el lateral se lee «Cores, Martelletti Hnos. & Cía. (Imagen gentileza de Héctor Arzani)
Antigua foto del molino Cores cuando aún no se habían construído los silos

En el año 1937, se dispuso la ampliación y modernización de las instalaciones del molino incorporando no solo nuevas máquinas acordes con la tecnología de esa época sino, además, la construcción de silos elevadores de granos. En esos tiempos la empresa se encontraba a la vanguardia de los molinos mas importantes del país.

El molino harinero, fideería y fábrica de hielo de Francisco Cores, en aquel momento, le dió al barrio no solo una impronta más moderna sino que, además, le propició un nombre.

Antigua foto del molino Cores con sus cuatro silos (Imagen gentileza de Alfredo Bani)

En aquel entonces ni siquiera estaba la vieja ruta 5 pavimentada, liberándose al tránsito recién en 1936. Con esta ruta el barrio se benefició mucho.

Además, cuando el molino Cores, inicia una nueva etapa demoliendo sus viejas instalaciones en el doble frente de las calles 6 y 17 y construyendo los primeros silos, el barrio se transforma por completo. Era destacable en ese entonces el sistema automático con el que se manejaban los elevadores de granos y el remate, en lo mas alto de los silos, con un gran letrero luminoso que se divisaba, dicen, a treinta kilómetros de distancia.

Vista aérea del molino Cores y zonas circundantes, antes de la construcción de los silos

Antes de esta modernización, era muy dificil en horas de la noche, que alguien se animara a frecuentar las calles cercanas al molino. Además de ser considerada una zona inhóspita y oscura, tenía la inquietante fama de ser frecuentada por apariciones varias: el Penitente, la Viuda, el Chancho y tal vez, el Diablo vestido de hombre.

Algunas noches solía oírse junto a un cerco, el llanto de un niño. Quienes vencían sus temores y se acercaban, volvían sin la plata y hasta sin el saco. Se decía que dos hermanos amigos de lo ajeno explotaban ese llanto, que uno de ellos imitaba a la perfección. Ambos atracadores sabían despertar la misericordia de los desprevenidos transeúntes y así asaltarlos.

Foto antigua del Instituto Martín Rodríguez (Imagen gentileza de Alfredo Bani)

Otro lugar icónico de este barrio es el Instituto Martín Rodríguez, que ocupa varias hectáreas. Fue creado a fines del siglo XIX como hotel de inmigrantes, cuando estos comenzaban a llegar en gran número al país. Después, cambiaron los planes y durante algún tiempo guarneció allí el Regimiento 6 de Línea. Más tarde, y hasta no hace mucho tiempo, albergó a cientos de niños cumpliendo un fin social.

El club Vélez Sársfield, fundado en el año 1945, es otra de las instituciones del barrio del Molino. De aquel día ha quedado registrada en sus actas la presencia de sus fundadores como José María Julián, Ricardo Alfredo Crocci, Roberto Méndez, Antonio Morán, Francisco Ruiz, Domingo Florencio Cabrera, Horacio Rodríguez, Juan Lástrico, Alfredo Valle, Ernaldo Pedro Cuatrini, Juan Carlos Coppa y Rolando Hipólito Crocci. Pero esta historia, muy rica por cierto, será contada más adelante.

Fuentes: La Sangre en las Esquinas, Raúl Ortelli / Cores

 

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