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lunes, septiembre 22, 2025
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A DOS AÑOS DE SU PARTIDA: «LA DE PALO» UN CUENTO DE FERNANDO LUNA

Por: Fernando Luna

En esta nota, Fernando Luna toma una historia del periodista Daniel Lagares y la traslada a Mercedes. El escenario, una sala del Hospital Dubarry. El personaje, un wing izquierdo del Club El Porvenir que rememora viejas épocas. Un cuento, derecho al corazón.

-¿Che, qué te dijo el tordo?

-Que tenés gangrena, Tito

-¿Y eso qué es?

-Que te van a cortar la pierna Tito

Creyó que era el final. Que los azulejos blancos de la enorme sala del Dubarry se le venían encima, irremediablemente.

Que el murmullo de las visitas eran el coro de ángeles anunciando su inminente ingreso al reino de los cielos.

Creyó que estaba en tiempo de descuento, que perdía, y que el referí ya no tenía el pito en la boca. Se le venía la noche a Oscar Bruno, Tito para todos. Sin embargo, le quedó un resto de valentía, un hilo de voz para preguntarle a Felisa.

-¿Me voy a morir?

-Si te cuidas, no. Si después de la operación dejás el vino y el cigarrillo, no… Así que m´hijito, ya sabés.

Tito respiró aliviado. Le quedaba el tercer partido. Todavía no era tiempo de colgar los botines. Iba a vivir. Entonces le sonrió a Felisa, casi irónico, casi diciéndole «de mí no te vas a salvar así nomás, guacha», y se dio vuelta en la cama mirando siempre a la mesita de luz en donde tenía la botella de Villavicencio casi llena. La radio pagada, pero con el dial clavado en Radio Vida, por las dudas, varios ejemplares arrugados de El Tony, todos los diarios mercedinos y un paquete de caramelos.

Felisa seguía entusiasmada con la Radiolandia y en ofrecer una sonrisa cada vez que pasaba ese médico joven y pintón, recién llegado de Buenos Aires con el diploma bajo el brazo.

Tito se dio vuelta, prefirió quedarse solo en aquella sala colmada de apestosos y parientes cargosos. Quiso un rato para él. Para adentro. Y no le quedó más remedio que pensar, y recordar.

Está bien, -se dijo-me la banco. Me jodo, pero me la banco. Después de todo voy a seguir viviendo. Eso si, no voy a dar lástima. Si vienen esos del Canal 5 no me van a ver llorar arriba del micrófono. Los saco carpiendo, ¿Qué se creen? Un ídolo de antaño del fútbol local atravesando un dificultoso momento. Doloroso trance de un ex futbolista, se imaginó diciendo a cualquiera de los dos tipos del noticiero (al de bigote y anteojos y al otro), y se le revolvieron las tripas. Eso no. De mí se van a acordar por otras cosas, que se creen. Yo fui uno de los grandes, pero grandes de verdad. A ver, ¿Cuántos wines-wines había en mi época? ¿Y wines izquierdos? peor. ¿Quién debutó en Primera a los 15 años y quién se mantuvo de titular veinte años? ¿Qué otro wing bailó a los de Chivilcoy en todos los Regionales como yo? ¿Y quien les hizo pelar el culo contra la raya a los marcadores de Boca esa vez que vinieron a Mercedes a jugar un amistoso? A ver, que me digan. O se van a olvidar de aquellas notas que me hacían Altavista para El Oeste, o eso que dijo una vez el Gallego Anido en la Oral Música Hogar: «Oscar Tito Bruno es capaz de jugar todo el partido sobre la línea de cal y con una sola pierna. Con esa zurda maravillosa que enloqueció a toda la gente en la última gira provincial de El Porvenir.

Y, ¿que tal? Los mataba, por Dios. Qué giles, pero qué giles eran todos los que me marcaban. Siempre les hacía la misma. La de Garrincha, pero del otro lado y fa… por afuera hasta el fondo y centro… Si, está bien, hice pocos goles. pero si encima hubiera hecho goles, habría sido Pelé jugando todos los domingos en la Liga. por eso no me llevaron los de Boca. Querían un «ariete», je. Un ariete… ¿qué saben estos porteños?

Se lo llevaron al gordito Pairone y lo regalaron a Platense a los dos meses. Que se jodan los bosteros. Igual que los primos, los de River. Querían un jugador como Di Stéfano. Estaban locos. Di Stéfano hubo uno solo. Yo hacía lo mío. Zurdita, amague, fondo, centro y gol del 9. En aquella época hubiéramos ganado todas las copas jugando así. Pero no. Ellos querían un jugador de toda la cancha. Y yo en la raya. Siempre.

Después de todo. hice bien. ¿Qué tenía que ir yo a Boca o a River? Yo la hice bien. Veinte años de titular en el mismo equipo no lo hicieron muchos. Está bien, en Mercedes, y en El Porvenir, pero siempre con la frente bien alta. Si ya tuve todo. En el club me querían, y era el ídolo de los pibes. Me acuerdo que hasta se hacían la rabona en el colegio ´para ir a verme a los entrenamientos, y eso -en esa época- no pasaba. Es, más, no pasa ahora, ni con la «Loba» Bomaggio.

Hasta las minas del barrio iban a los entrenamientos. Más de un lío tuve con la Felisa. Tenía mi facha, joven, ganador ídolo… me volteé a más de una, hasta a la hija de unos de los socios más importantes del club. Que se yo. fue por eso que empezaron con los cuentos y todas esas mentiras. Que Tito está terminado, que ya no es el de antes, ya no corre y no tiene pique. El zurdo es un borracho ¿Y todo por qué? Porque me quedaba a tomar el vermutcito en la cantina del club después de las prácticas. Ellos me terminaron, ellos me destrozaron. Seguro, así me pagaron. Y un día me dejaron libre.

Yo, Tito Bruno, el de la zurda que enloqueció a todo el mundo, libre. Sin club, sin poder jugar, sin amague, fondo, centro y gol del 9.

Ma si… al final hice bien. Largué todo y listo. Después si, que me dijeran borracho. Total, ya no tenía que jugar. Era un ex jugador. Nadie se acordaba de mí. Nadie iba a escribir más en los diarios mercedinos que «Tito Bruno es el mejor, uno de los más grandes wines de la historial local. Con una sola pierna, esa zurda maravillosa, le alcanza para enloquecer a las defensas rivales».

Y los recuerdos se le juntaron. Todos de golpe. Goles, gambetas, caños, sombreros, partidos a cancha llena, finales, Regionales, minas, gloria, diarios, «¡Grande Tito!, ¡Maestro! ¡Jugá con las dos piernas porque con la zurda es afano! Todo de golpe, de repende.

Hasta creyó que era eso, una inmensa pierna izquierda, musculosa, hábil, fuerte. Que no tenía cerebro ni corazón. Que todo en la vida lo había hecho con esa pierna que enloqueció a los mercedinos y a todos los que lo vieron jugar.

Y se sintió sudoroso, agitado y con la respiración a cien por hora. Y se dio vuelta de un salto en la cama del Hospital y buscó con la mirada a la Felisa que le sonreía al médico joven y pintón. Y por fin se animó y preguntó.

-Che, Felisa…

-¿Qué querés Tito?

-¿Qué pierna me van a cortar?

-La derecha.

– Menos mal.


En este día especial, en que recordamos a Fernando Luna a dos años de su fallecimiento, compartimos una charla con uno de sus tantos amigos, Quique Rivero, quién además, nos trajo el cuento escrito por Fernando Luna.

Quique, una de las personas que estuve con Fernando ese 15 de septiembre de 2021
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