El 15 de septiembre pasado, se cumplieron 20 años de la desaparición física de uno de los «notables» mercedinos, Fifo Roggero.
Artista, periodista, pensador, analista mercedino que dejó una huella muy grande en la historia de Mercedes. De crítica y humor ácido, de sensibilidad profunda. Se fue con el sufrimiento del choque inexorable entre una cabeza abierta como pocas encerrada en un cuerpo que ya no le respondía. Y enfrentó su suerte con entereza.
Este escrito, surgió en momentos en que Fifo fue el primer mercedino declarado ciudadano honorable por el HCD local. Eran tiempos de menemismo en Argentina y gioscismo en Mercedes. Sentado, frente a las viejas pc de 254: La Posta, gérmen de DatoPosta.com. escribió lo que sigue.
Fifo
“Fifo” Roggero será distinguido como ciudadano honorable en el Concejo Deliberante la próxima sesión que se va a desarrollar el segundo lunes de mayo a las 21 horas. Allí, el destacado artista, periodista y ser humano recibirá en su manos uns distinción por parte de los concejales mercedinos. La idea surgió del edil del PJ, Juan Carlos Benítez.
Honorable: adj. Digno de ser honrado
Honor: Virtud, probidad. Gloria o buena reputación. Celebridad. Ceremonial que se tributa a una persona por cortesía, bien por deberse a su dignidad.
Qué le vamos a hacer, amén de las ideas del propio Fifo de cómo tocar el tema, el hombre se ganó la tapa. Es realmente un orgullo contar con la participación de semejante pluma en este nuevo mensuario.
Roggero aún, creo, no es conciente de la demostración de reconocimientos que va a recibir.
Por primera vez se va a nombrar en nuestra ciudad a alguien como ciudadano honorable. Y justo en primer lugar debía tocarle a él.
Desde el poco tiempo que hace que lo conozco, es realmente un placer poder sentarse a tomar unos mates y a irse de su casa con el insoportable olor a cigarrillos a cuestas. Las charlas que se pueden mantener con él están mucho mas allá de esas pequeñeces.
Pero que mejor que leerlo a él para esta denominación por parte del pueblo de Mercedes:
—¿Por qué cree que fue nombrado persona honorable?
—Porque después de tantos años de romperles las pelotas a los concejales, al intendente y su partido, los tipos pensaron que eso merecía ser destacado. En realidad no saben mucho de quién soy en esencia, solo tienen una vaga idea de que pinté unos cuadros y de que publique una revista escandalosa y que escribo una columna irreverente, por no decir siniestra.
—¿Qué sintió cuando el concejal Benítez se lo propuso?
—Un poco de estupor. Nunca pensé que me ofrecerían algo así y menos desde el oficialismo. Lo comenté con mis hijas, con mi amiga del alma y con mis amigos y ninguno podía creerlo. Pero hubo jolgorio. Todos nos cagamos de risa.
—¿Pensó en algún momento en rechazarlo?
—De hecho lo rechacé. El ofrecimiento me lo hizo telefónicamente Benítez el año pasado y zafé diciéndole que lo iba a pensar. No cerraba en mi conciencia el hecho de recibir una distinción de quienes tanto había criticado y desvalorizado. Me parecía ilógico e inmoral recibirlo de quienes a mi juicio eran ineptos para conducir la ciudad y en cambio sí iban a ser buenos para otorgarme una medalla. Por eso patee la pelota hacia adelante. Benítez lo intuía, por eso me sondeo en esa oportunidad. Luego de la derrota del oficialismo —varios meses después del primer acercamiento— insistió y yo que estaba eufórico por ello decidí aceptar con algunas reservas y recomendaciones.
—¿Preguntas armadas, pero interesantes, en quiénes pensó cuando se enteró del nombramiento?
—Muy boluda, diría, pero adecuada, porque uno piensa en alguien cuando se saca el Loto y yo no tuve esa suerte. Además, luego de tantas vueltas el asunto me revolvió algunas amarguras y sí, ahora que acepté y se hizo público pensé en un estúpido enano fascista que no interpretó mis chistes y me trató de discapacitado del alma, amén de no ser nadie, entonces a él le dedico esta distinción.
—¿Quién es “Fifo” Roggero?
—Una historia fascinante, para Scorsesse o Víctor Sueiro. Un milagro. Les recomiendo mi autobiografía escrita en tercera persona —algo tan inverosímil como yo mismo— que está publicada en la página web mercedesbuenosaires.com.
—¿Tiene conciencia de la cantidad de gente que lo sigue a través de sus famosas contratapas?
—Si fuera por las puteadas que recibía en la época de El Oeste y de las de ahora, deben ser muchas.
—¿Cómo nació esa idea?
—Debía hacer algo para sacarle las telarañas a “El Oeste” y darme el gusto de imitar —humildemente— a Osvaldo Soriano. Además estaba harto del periodismo del “sidotor”.
—¿Y la pintura, qué lugar ocupa hoy en su vida?
—Fue una etapa muy gratificante y maravillosa. De mucho trabajo y dedicación. Lo hacía con la angustia y el placer que da la creación. Fueron los años de mayores logros, donde la sorpresa de descubrir potencialidades ocultas, hasta la alegría recuperar la salud, todo era posible.
—¿Qué significó?
—Ser un artista. Eso me costó asumirlo, siempre me consideré un trabajador de los colores y las formas, aunque muchos rescaten la anécdota, cuando trascendí las fronteras de la aldea, sentí que ya era un pintor. Pepe Rossi y el Ñato Longarella, entre otros, recorrieron el país.
—No podemos dejar de tocar el tema de su enfermedad y de su lucha permanente…
—No lucho, eso fue al principio, ahora estoy derrotado. Dejo que siga su curso hasta que el cuerpo aguante.
—¿Está medianamente feliz ante la segura caída del menemismo?
—Exultante, si fuera por mi compraría fuegos artificiales, convocaría a Los Lesionados y si Bruno Marenchino los deja, a «Unidos por una pasión» para hacer una gran fiesta. Eso sí, nada de vino ni mujeres, una fiesta seria.
—¿Qué es lo que puede llegar a suceder políticamente en Mercedes?
—Una transición. Tengo la esperanza que se incorpore gente nueva y valiosa a la política.
—¿Qué significó La Ventana?
—Descubrir el mundo de la gráfica, el periodismo y la ficción. Amén de divertirnos como locos con el trabajo, una cosa de otro planeta.
—¿El diario El Oeste?
—El agradecimiento permanente a Alfredo Arzamendi, Julio Francesetti y demás integrantes de ese medio, que confiaron en mi, aunque no tanto la Dirección, como para bancarme los exabruptos y zafadas, amén de arrugar en alguna ocasión.
—¿Y finalmente, 254: La Posta?
—Una cagada, que quiere que le diga. Pura espuma, tapa negra y poco contenido, pero confío que con los años mejorará.